Grafiti: de la calle al museo
Cuestionado durante años, el arte urbano empieza a estar ya asimilado por el mercado. El británico Banksy lidera una nueva generación de grafiteros que han dado el salto a las colecciones de arte contemporáneo. Repasamos cifras y nombres clave de este 'boom'.
El carácter artístico del arte urbano ha alcanzado su reconocimiento, aunque no sin dificultad. La Tate Modern le abrió sus puertas en 2008 y, desde entonces, icónicos dibujos con espray han dejado de ser manchas en paredes para convertirse en patrimonio urbano colectivo. “El mercado del arte urbano se estructuró entre 2005 y 2007”, asegura Céline Moine, de la consultora Artprice. “En 2007, Artcurial París celebró una primera subasta monográfica, y un año después, Bonhams abrió un departamento especializado”. De entre todos los artistas grafiteros, si alguien encarna la pujanza del arte urbano es el británico Banksy, quien, añade Moine, “no sólo ha creado una firma visual inmediatamente reconocible, sino que ha forjado un mito: el del héroe urbano anónimo, el agitador social. Su notoriedad se disparó en 2005 al colgar obras suyas en la londinense Tate Britain y el Metropolitan de Nueva York. Aquella acción le hizo mundialmente famoso y sus precios se duplicaron en un año”.
Banksy alcanzó su cénit en 2008 con dos importantes remates. El primero en Sotheby's, (Keep its potless, 1,2 millones de euros), y el segundo con Simple Intelligence Testing, vendido por 727.155 euros. Aunque la crisis frenó una ascensión asombrosa, aún cuenta con suficientes coleccionistas para relanzar sus precios. En febrero, por ejemplo, se pagaron en Sotheby's 385.000 euros por Think Tank, y en enero, 90.000 euros por Flying Copper. Y ayer, 5 de diciembre, pasó otra reválida. La casa de subastas Julien's Auctions licitaba Flower Girl, un grafiti que salía a pujas entre 115.000 y 260.000 euros. Las expectativas eran optimistas, tras el remate de más de un millón de dólares conseguido este año por su mural Slave Labor. “Aunque Banksy dijo que el grafiti era una venganza de la clase baja, los coleccionistas de arte urbano son personas sofisticadas de gustos esmerados”, explica Martin Nolan, director ejecutivo de Julien's Auctions.
Perfil del coleccionista.
Steve Lazarides, fundador de la galería Lazarides de Londres, fraguó el boom de Banksy en el mercado. Conoció al grafitero mientras trabajaba en la revista Sleaze Nation y pronto se volvió su agente de facto. Su relación profesional acabó en 2009 y, desde entonces, la propia empresa de Banksy -Pest Control- es la única representante del artista. “No hay un perfil concreto de coleccionista -afirma Victoria Al-Din, de la galería Lazarides-. Nuestras obras se cotizan entre 120 y 590.000 euros, aunque la mayoría se mueve en la horquilla de 1.200 a 60.000 euros. Algunos de nuestros artistas ya han dado el salto al gran mercado del arte contemporáneo como JR, Conor Harrington, Anthony Micallef, Jonathan Yeo y Faile, además de Banksy. A un coleccionista novel le sugeriría obra gráfica de Conor Harrington, que se cotizan a partir de 1.000 euros mientras que los originales van de 3.500 a 60.000 euros. Los Miaz Brothers y John Tsombikos dieron el campanazo en 2013, y sus obras cuestan en torno a 12.000 euros. Oliver Jeffers, Know Hope y JR expusieron con éxito este año por primera vez en nuestra galería. Y citaría a Todd James, uno de los padres fundadores del arte urbano”.
Menos cotizado que Banksy, uno de los artistas británicos más codiciados es D*Face, el alias de Dean Stockton. Pueden encontrarse dibujos y hasta algunos acrílicos suyos por menos de 5.000 euros. Aparte de ellos, los artistas ingleses más conocidos son Adam Neate, Anthony Micallef y Cyclops. Y no hay que obviar la escena brasileña, liderada por Os Gemeos, y la australiana encabezada por Anthony Lister. El mercado francés es también muy estimulante con artistas como Jonone, Blek le Rat (de quien Banksy se siente influenciado) Speedy Graphito o Dran, cuyos precios son asequibles.
Anna Dimitrova, directora de Montana Gallery, de Barcelona, hace buen balance: “La escena del arte urbano en España es extraordinaria. Hay artistas con un gran potencial aunque la mayoría tienen que irse fuera para darse a conocer y triunfar. Nuestro mercado es aún pequeño y poco definido”. Las firmas españolas más apreciadas son las de Sixeart, Suso33, Escif, Nuria Mora, Sam3 y Aryz y sus precios dependen mucho del formato y del soporte pero oscilan entre 3.000 y 15.000 euros, según Dimitrova.
Las instituciones españolas se dejan seducir cada vez más por la frescura del arte urbano. Este año el CAC de Málaga presentó la colección de Selim Varol y, recientemente, el Ayuntamiento de Madrid encargó la intervención de un edificio al artista Suso33, con obra en el Museo Reina Sofía y Artium. “La calidad del arte urbano en España es muy alta y existe un coleccionismo cada vez mayor, aunque no es comparable con el de otros países”, apuntan desde el colectivo creativo Boamistura. En 2008, el artista barcelonés Sixeart fue uno de los seis elegidos por la Tate Modern de Londres para pintar un mural en su fachada. José Antonio Carulla, director de la galería N2 de Barcelona, fue quien le dio su primera oportunidad en una galería de arte. “Conocí a Sixeart (ahora conocido como Sixe Paredes), por su trabajo en las calles. Como me fue imposible dar con él, pedí a otros grafiteros que me lo presentaran. Hablo de 2006, cuando aún no se había celebrado una exposición de grafitis en una galería no especializada. No me costó convencer a Sixe para que expusiera con nosotros, pues, sin dejar la calle, quería presentar su obra en otros espacios”. Otra de las galerías que abrieron sus puertas a Sixeart fue Mayoral Galeria d'Art, que le hizo un hueco entre sus mirós, barcelós y tàpies. “Sixeart es uno de los artistas más destacados del panorama europeo y, sin duda, su colaboración en la Tate marcó un hito -explica-. También me interesa mucho El Tono y un clásico como El Xupet Negre”. Para Eduardo Durán, director de la Galería 3Punts, que expone a otra estrella del arte urbano, Shepard Fairey, conocido como OBEY, “el mercado ya es consciente de que el arte urbano forma parte del arte contemporáneo. Su futuro es comparable al del arte pop actual. Museos como el MoMA o el MOCA de Los Ángeles tienen ya obra de artistas como Banksy y Shepard Fairey”.
Clamor y dolor.
El mercado ya ha asimilado al arte urbano y al grafiti, pero, ¿qué sucede con la crítica de arte? “No lo ha asumido. Juguetea con los nombres y tendencias, pretende hacer una nómina de autores y resulta una taxonomía ligada a la notoriedad mediática. El arte urbano tiene luces y sombras, gente válida y emborronadores de fachadas, talento y cutredad”, sostiene Tomás Paredes, presidente de la Asociación Española de Críticos de Arte. “Prefiero lo que hace gente desconocida y magnífica como Sevillano, Igle, Sr.X, YES... El grafiti puede ser arte o artificio, clamor o dolor, chispazo de talento plástico o mancherío. El arte callejero tiene un contenido social, un perfume transgresor, es el filo de una navaja que corta, no un cuchillo romo”.