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Amazon al desnudo

Amazon al desnudo

El gigante abre las puertas de su centro logístico en España para mostrar su funcionamiento y defenderse de las críticas.


Las críticas al funcionamiento de Amazon se apelotonan en los últimos meses como si una de las cintas transportadoras kilométricas de su imponente centro logístico quedara bloqueada provocando un estrepitoso atasco. Críticas a sus pretensiones omnímodas, a su modelo laboral e impositivo (denunciado en libros como el reciente de Jean Baptiste Lamet), a la supuesta competencia desleal con la que cortocircuitarían aquel mercado nacional en el que aterrizan. Si la razón primera de la visita guiada que Amazon.es ha preparado este martes a los medios era impresionar con la potencia de su logística en fechas navideñas, la segunda y más decidida razón, según ha explicado François Nuyts, director general de la marca en España, pasaba por abrir el centro y desnudar su actividad. Por desatascar la montaña de críticas que amenaza su imagen.


El único centro logístico de Amazon en España se alza en la localidad madrileña de San Fernando de Henares. Inició su actividad el 18 de octubre de 2012 con un tamaño de 28.000 metros cuadrados y, tras sucesivas ampliaciones, hoy ocupa 32.000 que se distribuyen en cuatro naves como cuatro campos de fútbol de 8.000 metros cuadrados cada una donde se afanan en estas fechas 600 empleados en la campaña navideña. Fuera de temporada, la nómina se reduce a la mitad. Otros 240 trabajadores tienen su sede en las oficinas de Pozuelo de Alarcón. El desafío logístico de la temporada ofrece hispánicas peculiaridades. Si en el resto de los países hay un día D de gran actividad que precede unas jornadas a la Nochebuena, en nuestro país hay dos, los regalos “de Papá Noel” y los de “Reyes”. De hecho, el peak day fuerte de 2012 fue el 26 de diciembre, cuando gestionaron 43.121 productos en 24 horas a un ritmo de 72 pedidos por minuto. Este año calculan que llegará el 16 de diciembre.


El reino del azar.

En los extremos del centro, en las naves A y D, los trabajadores reciben los productos (grandes y pequeños), los someten a un primer control de calidad de seis segundos y los distribuyen. La nave B es el almacén, una gigantesca casa de Asterión con más de 10.000 estantes y 2.700.000 unidades. Entramos en el reino del azar. Contra lo que se podría pensar, las mercancías se ubican sin orden alguno voluntariamente. ¿El objetivo? Que las distancias sean variables y siempre haya un objeto cerca del empleado cuando vaya a buscarlo.


Un juguete de Lego, por ejemplo. Se recibe, se coloca al tuntún en un estante, se escanea y queda en ese momento disponible para el cliente. Un japonés (la nave de Amazon en Madrid distribuye a todo el mundo) compra el Lego, al empleado le salta la señal que acumula junto a otras en una especie de puntero láser que le conduce al estante concreto en el que se aloja. A través de un sistema de cintas transportadoras y carros, el Lego llega a la nave C donde se empaqueta y queda listo para el envío. Unas veinte unidades por trabajador y hora, algo más si es para regalo.


La encerrona.

Hasta este momento los periodistas sólo han recibido datos y han perdido la mirada en unas instalaciones gigantescas que no parecen muy habitadas y provocan cierta sensación de irrealidad. Incontables utensilios de cocina, dvds, juguetes, electrodomésticos, un millón de títulos de libros. En el esquinazo de una escalera llega la encerrona de los periodistas. El francés François Nuyts, director general de la marca en España y el belga Fred Pattje, director general de operaciones, responden. “No, no ha habido denuncias por explotación laboral en nuestro país, al contrario”. “No, el asociado de Amazon (así llaman a sus empleados) no recorre 20 kilómetros cada jornada, no llegan a diez por cada uno de los tres turnos de ocho horas”. “Nuestros empleados ganan diez euros a la hora, lo que supone, en el bruto anual, un 98% más que el salario mínimo, tienen seguro médico privado y la posibilidad de optar a un plan de jubilación”. “Trabajan duro, es cierto, pero no están sometidos a ningún sistema penalizador por puntuaciones y sí a un bono por objetivos”.


Sergio Ruiz es uno de los buscadores o pickers. Recorre el laberinto de estanterías con su puntero y un carro buscando libros, películas, planchas… “¿Y cuándo acabas de buscar?” “Suele coincidir con el final de la jornada”, responde con una sonrisa algo cansada.


Impuestos e inversión.

¿Y los impuestos? Nuyts y Pattje explican que los clientes pagan el IVA español pero admiten que la gestión impositiva global tiene lugar en Luxemburgo. Se defienden con dos palabras recurrentes: “inversión” y “pérdidas”. Están invirtiendo mucho dinero en España, generando puestos de trabajo (afirman que 23 al mes) y, pese al rapidísimo incremento de sus ventas, siguen en pérdidas. Y no parece importarles por ahora. Quieren seguir creciendo, una mayor selección de productos, más rapidez y mejores precios. Crecer y crecer cuidando con mimo a sus clientes.


Cualquiera que le haya seguido la pista al gigante estadounidense fundado por Jeff Bezos conoce su banda sonora: “cliente, cliente, cliente”. Pero hoy algo parece haber cambiado. En todas las explicaciones se menciona el cliente pero, ahora también, al empleado, su seguridad, sus posibilidades de promoción, su satisfacción. La visita llega a su fin, nos quitamos el calzado especial con punta de acero, que ha protegido nuestros pies de ser machacados por la caída de alguna batidora mal colocada, y emergemos al frío exterior.

Compartir | Recomendar Noticia | Fuente: El Cultural (DANIEL ARJONA) | Fecha: 11/12/2013 | Ver todas las noticias



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