El arte, contra la moda
El Ayuntamiento de Westminster trata de que las tiendas de lujo no arrasen con la tradición de galeristas y marchantes del barrio.
El Ayuntamiento de Westminster, al centro de Londres, se ha puesto de parte de galeristas y marchantes de arte para frenar la expansión de nuevas tiendas en la zona conocida como "el rectángulo del lujo", la sarta de calles que comprende Cork Street, Bond Street, Albemarle Street, Dover Street y sus alrededores. Dos locales que albergaban espacios para el mercado de cuadros y esculturas en Cork Street han obtenido licencia de obras con la condición de que continúen dedicando una parte del renovado recinto a la transacción de arte. "Special policy area", le llaman a las medidas proteccionistas del mercado del arte en Londres.
Como suele ocurrir en este tipo de desacuerdos, cuando unos están satisfechos, los otros andan enojados. La Sociedad de Marchantes de Arte de Londres ha quedado, de momento, agradecida mientras que los propietarios de los edificios (la Corona -o Isabel II- y un grupo de aristócratas entre otros) han mostrado su desacuerdo con las medidas a favor de galeristas. Las cifras hablan por sí solas: el barrio de Mayfair, especializado en arte contemporáneo, aposenta 85 firmas de marchantes; el vecino Saint James, dedicado al arte clásico, acoge 75 compañías de arte; y un centenar de marchantes opera por el resto de Westminster. En total hay registradas 260 empresas dedicadas a la compra y venta de arte bajo la tutela del Ayuntamiento de Westminster, el que más ingresa en impuestos y menos gasta en servicios de todos los de Londres.
Reino Unido concentra el 29% del mercado mundial de arte y antigüedades, la mayoría agrupado en Londres y, geográficamente, en el barrio citado. No son sólo las galerías o las casas de subastas que dan a la calle, sino los despachos, salones y oficinas que no se ven al pasar por la vía pública. El mercado británico del arte movió en el año 2009 unos 7.700 millones de libras (10.000 millones de euros), y ocupa a unas 60.000 personas. Por estas razones, el Ayuntamiento de Westminster no únicamente quiere proteger el sector ya aposentado, sino que quiere atraer el que anda desperdigado por el resto de Reino Unido o Europa.
La afluencia de marcas de lujo en el selecto barrio citado ha incrementado el precio de los alquileres, de lo cual se han quejado los mercaderes del arte. Christopher Battiscombre, director de la Sociedad de Marchantes de Arte de Londres, dice lo siguiente: "Los galeristas están amenazados por el desproporcionado aumento de los alquileres, y si ellos se van del barrio todo el sector resultará perjudicado y con él se dañará también el futuro económico de la zona". Diseñadores de moda, zapatos, joyeros, hoteles, las tres primeras casas de subastas (Christie's, Sotheby's y Bohnams), clubes privados, restaurantes de postín, sastres a medidas (en Savile Row desde 1840), peluqueros y asesores de todo tipo se dan cita comercial en una ristra de calles y plazas de arquitectura histórica y gran poder adquisitivo.
El galerista John Martin, uno de los que se ven amenazados por las marcas de ropa, zapatos o joyas de moda que acaparan el vecindario, afirma que algunos de los nombres famosos pierden dinero a final de mes, pero no pueden prescindir de la ubicación para mantener el status de firma de lujo. ¿Qué haría una tienda de ropa de Prada, zapatos de Jimy Choo, joyas Cartier o un hotel Ritz en el barrio conflictivo y deprimido de Brixton?
De momento el Ayuntamiento ha abierto un periodo de consulta hasta el 14 de febrero para tantear a todas las partes implicadas en las nuevas medidas de protección para la compra y venta de arte. No quieren perder el mercado de lienzos, acuarelas o esculturas y tampoco quieren dejar pasar el boyante aumento de tiendas de objetos de lujo para vestirse, calzarse, adornarse o peinarse.
