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'La última cena' revive tras el diluvio

'La última cena' revive tras el diluvio

Fue el peor año para Florencia de las últimas centurias. En noviembre de 1966, el río Arno sucumbió. Las intensas precipitaciones pudieron más que sus frágiles márgenes y el cauce dijo basta. No aguantó. La ciudad quedó anegada.


Hablamos de la mayor inundación de la que se tiene memoria en tiempos recientes en esas tierras. Y como consecuencia del arrebato de la naturaleza, el fabuloso patrimonio florentino quedó sumergido. Más de un millón de libros y casi un centenar de pinturas, frescos y esculturas quedaron seriamente dañados.


Entre las obras que más sufrieron el infortunio estaba La última cena (imagen superior), de Giorgio Vasari, que colgaba muy cerca del Arno, en la bellísima iglesia de la Santa Croce. La monumental tabla (2,43 x 6,40 metros) permaneció sumergida bajo el agua, los detritus y el lodo más de 12 horas e incluso algunas de sus partes, como las inferiores, un tiempo superior. Cuando finalmente se pudo rescatar, la obra maestra de Vasari evidenciaba un aspecto desolador. Los paneles de madera de álamo semejaban esponjas rezumando agua y más del 30% de la pintura se había desprendido. ¿Una pérdida definitiva?


Durante más de 40 años, la extraordinaria tabla (separada en cinco partes, tal y como fue concebida por Giorgio Vasari en su estudio), ha estado guardada y sin mostrarse al público, protegida por una película de papel que tenía la misión de fijar los pigmentos y conservar la delicada superficie. Muchos pensaban que la obra, completada en 1546, era irrecuperable. Perdida para siempre.


Pero por primera desde las inundaciones —hace 47 años—, los cinco paneles de madera se han vuelto a unir gracias al tesón del Opificio delle Pietre Dure (OPD) —quizá el centro de restauración más reconocido de Italia— y el Getty Trust de Los Ángeles, que ha conseguido los más de dos millones de dólares que cuesta este empeño. La institución estadounidense también logró involucrar en el proyecto a restauradores del prestigio de Ciro Castelli y Mauro Parri. Reconocidos maestros en este complejo arte. Pues bien, la sorpresa fue enorme cuando las tablas se unieron después de décadas.


“Uno de mis colegas dijo que esta operación era desesperada; y tenía razón”, afirma, en declaraciones a The New York Times, Deborah Marrow, director de la Fundación Getty. “Estaba asustada al mirar la tabla”. Pero, increíblemente, algunas de las zonas de la obra se habían conservado bastante bien gracias, en parte, a esa mínima protección de papel. Por ejemplo, los rostros de Judas, Jesús o San Juan aparecen mejor conservados de lo que nadie imaginaba. Todos los especialistas esperaban, tras retirar la película protectora, encontrar la imagen del desastre. No fue así.


“La pintura de Vasari es la obra de mayor tamaño dañada por la inundación de Florencia que estamos tratando, y los desafíos de su conservación eran tan grandes que solo hace poco hemos tenido la tecnología necesaria para afrontarlos. Si tienes en cuenta cómo estaban los paneles cuando empezamos a trabajar en ellos, y ves el estado actual de La última cena —que se muestra, otra vez, como un trabajo único y monumental— es un verdadero milagro”, relata, sorprendido, Marco Ciatti, responsable del Opificio delle Pietre Dure.


Se espera que en 2016 (coincidiendo con el 50º aniversario de la crecida del río) la tabla, por fin, vuelva a la vida, resucitada como Lázaro de entre los muertos. Y si bien una parte se habrá perdido para siempre, al menos podremos intuir el enorme talento con la que Giorgio Vasari la concibió hace 467 años. Ya ha llovido.

Compartir | Recomendar Noticia | Fuente: El País (Miguel Ángel García Vega) | Fecha: 30/12/2013 | Ver todas las noticias



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