Destrozada la vidriera de la Capilla de Le Corbusier en Ronchamp
Unos vándalos destruyen el vitral principal, firmado por el arquitecto, tras intentar entrar en el edificio.
Le Corbusier aceptó reconstruir la Capilla de Ronchamp, en el este de Francia, destruida por los bombardeos durante la guerra, y la finalizó en 1955. El arquitecto francosuizo recreó así, en la cima del monte de Bourlémont, “un lugar de silencio, de rezo, de paz, de alegría interior”, según su propia definición. Este remanso de paz sufrió sin embargo el ataque de unos vándalos el pasado viernes, que dejaron en mil pedazos la gran vidriera principal de la capilla. Dibujada y firmada por el artista, de medio metro de alto por medio de ancho, era la mayor del sitio. La Fundación Le Corbusier ha pedido medidas urgentes para preservar la capilla, una petición que extiende al conjunto de la obra del arquitecto.
Sobre las siete y media de la tarde del viernes, una monja del vecino monasterio edificado en 2011 y obra del arquitecto Renzo Piano descubrió la degradación y dio la alerta a la gendarmería. El o los autores del ataque forzaron la entrada al interior del edificio, inscrito en la lista de monumentos históricos franceses en 1967 como parte del Patrimonio del siglo XX. Dejaron destrozada la principal vidriera, en la que Le Corbusier había dibujado una luna con rostro humano y la única de la capilla que había firmado. Los vándalos también trataron sin éxito entrar en la librería-tienda de la iglesia y arrancaron un buzón de colecta de hormigón, que estaba vacío y que apareció fuera del edificio.
Los miles de pedazos de la vidriera se encuentran ahora en manos de un vidriero enviado por la Dirección regional de Asuntos Culturales, encargado de elaborar una copia de la original. De momento, la capilla, que recibe cada año la visita de unos 80.000 turistas y fieles, se mantiene abierta al público. Se ha colocado una tabla de madera para cubrir el vacío dejado por la vidriera, a la espera de la nueva copia. La gendarmería por su parte ha pedido la colaboración ciudadana para dar con los autores del acto de vandalismo, sobre el que parece disponer de momento de poca información.
“Es terrible ver un elemento original de la obra de Le Corbusier destruido”, reacciona por teléfono Michel Richard, director de la Fundación Le Corbusier, encargada del legado del arquitecto franco-suizo. “En una obra como la de Ronchamp, lo que él aporta personalmente, además de la arquitectura, es su toque de artista plástico. Era un artista en el sentido completo de la palabra. Sus dibujos son algo muy íntimamente ligados a Le Corbusier”, añade.
La Fundación ha pedido medidas urgentes para garantizar la seguridad y lamenta en un comunicado que “ninguna medida específica haya podido permitido garantizar la seguridad de las instalaciones y preservar uno de los elementos más emblemáticos y más frágiles de la Capilla”. Reclama también mayores esfuerzos por el mantenimiento y la restauración del edificio, que sufre también problemas de infiltraciones.
“Queremos llamar la atención de los poderes públicos y de los diferentes propietarios sobre el hecho de que este Patrimonio es frágil, sea por motivos de seguridad o de urbanismo. Estamos ante una obra que está en peligro”, añade Richard. Por ello espera que culmine la iniciativa promovida también la Asociación de lugares de Le Corbusier de lograr, tras frustradas tentativas pasadas, la inscripción de esta obra en la lista del Patrimonio de la UNESCO en 2015.