El Siglo de Oro español deslumbra en Bruselas de la mano de Zurbarán
Es la primera vez que Bélgica acoge una muestra de este pintor, de quien se celebra el 350 aniversario de su muerte.
Paul Dujardin, director artístico del BOZAR de Bruselas, sigue con una excitación poco habitual los preparativos para la gran exposición de Zurbarán que se inaugura en la capital belga el miércoles. No en vano, se trata de la primera visita a este país de este pintor, contemporáneo de Velázquez y, como él, uno de los puntales del Siglo de Oro español. Es la ocasión de poner otra vez al Museo de Bellas Artes de Bruselas a la altura de las grandes instituciones mundiales. Los carteles ilustrados con la reproducción de «Santa Casilda», prestada por el Museo Thyssen, inundan ya las calles de la ciudad, anunciando el gran acontecimiento. Tanto es así que Dujardin espera que el número de visitantes de esta exposición llegue hasta los 150.000 antes del 25 de mayo, cuando los cincuenta cuadros serán desmontados y devueltos a sus propietarios en España y en medio mundo. «Nosotros, en Bélgica, a pesar de las relaciones históricas con España, no tenemos ningún cuadro de Zurbarán en ninguna colección en todo el país y ésta es la primera vez que el público va a poder conocerlo de forma tan importante».
Con Ignacio Cano, conservador del Museo de Bellas Artes de Sevilla, que es el comisario de esta exposición, discuten sobre si el público belga sabrá comprender la fuerza religiosa de un pintor de la época de la Contrarreforma, en un país cuya esencia fue precisamente la división con los protestantes holandeses. Cano tiene la experiencia de haber visto ya esta misma exposición en Ferrara, donde también se ha exhibido Zurbarán por primera vez en Italia. La única diferencia en este caso es que la exposición belga se abre y se cierra con sendas esculturas de Cristina Iglesias, ya que en el BOZAR se suelen programar este tipo de combinaciones enter artistas clásicos y contemporáneos.
Importantes préstamos.
Cano explica que ha sido una casualidad que la exposición en Bruselas coincida con el 350 aniversario de la muerte del pintor, aunque los belgas están dispuestos a aprovechar cualquier hecho para guardar una huella de ésta, que será una de las grandes exposiciones de la historia reciente de Bruselas. Lo más parecido fue un préstamo de una colección de los apóstoles de El Greco. Ahora se pueden ver desde los bodegones y naturalezas muertas venidos del Prado o de la National Gallery de Londres, hasta «Las Visiones de San Antonio», que es probablemente el último descubrimiento de la obra del pintor, encontrado en una iglesia francesa. También se exhibirán cuadros como la «Inmaculada» del Museo de Poznan (Polonia), que es la primera vez que sale de su ubicación habitual, igual que el «San Nicolás» del Monasterio de Guadalupe. La exposición se cierra con «La Virgen, el Niño y San Juanito», de 1662, que se considera el último cuadro que salió de los pinceles de Zurbarán.
El Prado, el Museo de Bellas Artes de Sevilla o la Academia de Bellas Artes de San Fernando firman las principales aportaciones a esta exposición, aunque también abundan las de colecciones particulares y fundaciones privadas dedicadas a la protección de la obra de este singular pintor del Siglo de Oro español. Telas como el impresionante «San Francisco» venido desde Milwaukee, o el Cordero de Dios, el «Agnus Dei», del Museo de San Diego, que encierran todo el simbolismo místico de la época, cuando en Europa se enfrentaban dos visiones de Dios que acabarían dando forma al continente hasta hoy. Es inevitable comparar ese «Agnus Dei» sobrio y realista, con el «Cordero Místico» de los hermanos Van Eyck, de Gante, que es una expresión exuberante y fantástica de esa sumisión a lo religioso, a la voluntad de Dios, que impregnaba las sociedades del siglo XVII.
El resposanble del BOZAR espera que la exposición será no solamente un acontecimiento para los bruselenses (apenas un millón de habitantes tiene la capital de Europa), sino que será la ocasión para atraer turistas desde Paris, Londres o Ámsterdam. Ahí es nada. Pero la ocasión lo merece.