Un monumento gigante, e ilegal, en el centro de Roma
Fue una provocación de un artista para demostrar la falta de controles del ayuntamiento romano.
Los romanos alucinan. Se sabe que en la ciudad eterna el nivel de tolerancia es máximo, pero nadie podía imaginarse que se pudiera realizar un monumento de tres metros por tres, con dos toneladas de acero, y colocarlo abusivamente en pleno centro, sin ninguna autorización, en una de las zonas más vigiladas y tuteladas por el patrimonio artístico en toda Italia, un área símbolo de Roma: frente al Circo Massimo, con el fondo de las ruinas del Palatino, de las residencias de Augusto, Tiberio y Domiziano.
La provocación fue del artista romano Francesco Visalli, de 54 años. Fue instalada en la noche del 24 al 25 de noviembre. Visalli llegó con un camión, y sin que nadie le molestara o le pusiera objeciones, desvió el tráfico con la ayuda de colaboradores «armados» de señales de tráfico y luces, y colocaron su espectacular escultura «Plaza de la Concordia», inspirada en las geometrías del pintor holandés Piet Mondrian. «Todos reíamos esa noche, porque nos parecía increíble; parecía una escena de “Amigos míos”, el film de Mario Monicelli», comentó la escritora Valeria Arnaldi.
«Denuncia» de 23.000 euros.
El artista, que invirtió 23.000 euros en su operación de provocación, se impacientó por el desinterés que había despertado su obra y lo hizo notar en un comunicado: «Se ha tratado de un experimento y, sobre todo, de una denuncia, para comprobar la atención del ayuntamiento sobre la ciudad en general, y sobre el arte en particular. Dos meses después de la instalación, el balance es dramático: ninguna notificación al artista, ninguna pregunta, ninguna verificación sobre la obra y ni siquiera un control en cuestiones de seguridad, a pesar de las dimensiones evidentes y los colores chillones, la posición centralísima y poco distante de las oficinas del ayuntamiento».
¿Cómo es posible que nadie se hubiera percatado del abuso? «Quizás porque Roma es una ciudad extraordinariamente rica de arte y de cultura, y puede suceder que uno pase frente a una obra sin preguntarse el por qué de la colocación», admite Flavia Barca, asesora de Cultura en el ayuntamiento. Tras la denuncia del propio artista, el alcalde de centro-izquierda, Ignacio Marino, ordenó que la escultura fuera desinstalada de inmediato.
Destrucción del «SuperPapa».
En compensación, la alcaldía canceló y destruyó el mural del «Super Papa», colocado en un muro próximo al Vaticano, un grafiti en el que el Papa Francisco aparecía como «Superman» en vuelo con una cartera en la que se leía «valores». Era un homenaje al Pontífice por parte del artista Mauro Pallotta, que de la noche a la mañana se hizo famoso en los cinco continentes como el artista inglés Bansky, pues el papa Superman dio la vuelta al mundo gracias a las redes sociales.
Hasta el Vaticano lo colocó en su cuenta de Twitter. El ayuntamiento justificó la cancelación porque atentaba contra el «decoro ambiental». La verdad es que el decoro urbano no tenía nada que ver con un mural ante el cual los turistas se hacían fotografías y los propios inquilinos del edificio querían que se conservara. Seguramente en la alcaldía había remordimiento ante el engaño y burla del artista que colocó su escultura frente al Circo Massimo. Suena además a chiste lo de tutelar el «decoro ambiental» porque Roma está llena de grafiti, carteles ilegales y murales abusivos. En un tiempo récord, la alcaldía de Roma ha sido el hazmerreír, ha hecho una obra maestra del humorismo. Ver para creer.