Genios y, sin embargo, amigos
Man Ray, Picasso, Miró, Giacometti, Calder o Duchamp fueron algunos de los personajes fotografiados por Michel Sima en la intimidad. Una exposición en Valladolid reúne más de cien de aquellos retratos.
Michel Sima (Slonim, 1912-Largentière, 1987) abandonó su Polonia natal con sólo 17 años para poner rumbo a París con el único objetivo de dar rienda a sus cualidades como escultor. Quería formarse en la academia La Grand Chaumière, pero la suerte no le acompañó en la capital francesa, así que aprovechaba sus ratos de ocio para hacer fotografías, otra de sus pasiones. Y disparaba, siempre que podía, a sus colegas de generación con su preciada cámara. El resultado: una buena colección de retratos de artistas geniales inmortalizados en situaciones no habituales, dentro o fuera del estudio. Ahora, la Sala Municipal de Exposiciones de San Benito, de Valladolid exhibe más de un centenar de aquellas imágenes en una muestra que lleva por título "La intimidad de los artistas" y que puede verse hasta el 23 de febrero.
Así, podemos toparnos con Marcel Duchamp y Man Ray jugando al ajedrez en 1957, a Tal Coaten tocando el acordeón, a Giacometti en un momento de descanso sobre sus útiles de pintura, a Matisse con una de sus modelos o a Picasso en su taller, ajenos todos al familiar objetivo de Sima. También nos encontramos a otros grandes artistas, como Braque, Giacometti, Derain, Roualt, Chagall, Picabia, Miró o Calder... hasta llegar a 45 artistas imprescindibles del siglo XX.
Michel Smajewski -ése era su verdadero nombre- cosechó, poco a poco y sin pretenderlo, un valiosísimo legado fotográfico, favorecido por el clima de solidaridad, compañerismo y amistad que reinaba entre los artistas de la denominada Escuela de París. De hecho, Sima compartió amistad y estudio, en un primer momento, con el escultor Fetu y el pintor Besset y, más adelante, con el rumano Constantin Brancusi, todo ello antes de que los zarpazos del nazismo le condujeran a Auschwitz justo cuando organizaba su primera gran exposición junto a Picabia en Cannes.
Tuvo la suerte de sobrevivir a aquel infierno y en 1945, liberado el campo de concentración, dirigió sus pasos a Marsella y después a Antibes, localidad ésta en la que compartió taller con Pablo Picasso, a quien, como es natural, fotografió repetidamente en sus faenas cotidianas. Fue el genial malagueño, precisamente, quien le animó a continuar su trabajo como fotógrafo, aunque Sima quiso recuperar la experiencia truncada de exponer su obra escultórica con su amigo Picabia.
A veces, Michel Sima introducía en sus instantáneas a parientes de los artistas. Así, podemos conocer al hermano de Alberto Giacometti, Diego, quien fue decisivo para la vida y obra del artista suizo, o al hermano mayor de Marcel Duchamp, Jacques Villon. Y vemos al propio Sima con Picasso en Antibes, a Lhote con su perro, a Mane Katz con su gran paleta o a Foujita pintanto un desnudo. Son momentos íntimos, perdidos ya en el tiempo, que "resucitan" gracias al foco de este artista polaco que nos reveló parte del alma de unos hombres que cambiaron la noción del arte para siempre.