Viaje por el arte español (si existe el ‘arte español’)
Calvo Serraller indaga en las idiosincrasias creativas nacionales a través del relato de los grandes pintores.
Ahora que las preguntas identitarias se ponen sobre la mesa de dos en dos, Francisco Calvo Serraller, catedrático de Historia del Arte en la Universidad Complutense, ensayista y crítico de EL PAÍS, plantea una doble cuestión en su nuevo libro: ¿Existe algo que pueda llamarse arte español? Y si así fuera, ¿cuáles son los rasgos que, lejos del tipismo, lo definen? La invención del arte español (Galaxia Gutenberg) junta textos, ampliados, revisados y mejorados, escritos para tres exposiciones históricas: Picasso. Tradición y vanguardia (museos del Prado y el Reina Sofía), Picasso y los maestros (Grand Palais, en París) y Pintura española de El Greco a Picasso. El tiempo, la verdad y la historia (Guggenheim de Nueva York). Aunque el empeño, asegura el autor, llegue más lejos que el de la mera reocopilación revisada: el libro conforma un todo “que se puede leer como una suerte de autobiografía intelectual”.
“Es un recorrido por 35 años de tratar de explicarme a mí mismo qué es el arte español para poder contárselo a los extranjeros que me lo pedían”, explica. “A finales de los setenta y principios de los ochenta, había mucho interés internacional en saber qué se haría de nuestro país con la Transición. Y yo estuve ahí. Me cogió toda mi juventud y mi madurez en responder a qué relato se hacía del arte español, dado que ya no servía el del siglo XIX”.
Calvo Serraller se refiere al deslumbramiento experimentado por viajeros, escritores y artistas como Manet al descubrir, después de siglos de “aislamiento secular” y otras leyendas negras, “la novedad absoluta” de los grandes maestros de la pintura en un hilo argumental que resulta de unir los puntos de genialidad de El Greco, Velázquez y Goya. “Aquel tridente hizo muy bien su labor: con ellos descubrieron las peculiaridades de una pintura anticlásica, que bebe de las fuentes naturalistas, de Caravaggio. Y el arte que inspira a todas las vanguardias desde entonces es el arte que está en contra de lo clásico. Pero tras el paréntesis del franquismo, no es que no existiese algo que se pudiera llamar marca España, es que había que encajar de nuevo todas las piezas. Tocaba incorporar, por ejemplo a Picasso. En aquellos tiempos uno viajaba fuera y descubría que era ‘un pintor francés nacido en España’. ¿Hoy quién osaría definirlo así?”.
El ensayista parte de aquella convención que tenía a este por un país “pintoresco de grandes pintores”, en la afortunada definición del ensayo. Y es cierto que lo fue durante mucho tiempo: “Todo el mundo tenía miedo a tener libros en casa, la palabra siempre es mucho más fácil de censurar y las imágenes sobreviven mejor privadas de libertad. Incluso las imágenes religiosas, sin traicionar la ortodoxia, pueden tener un contenido sexual, orgánico. España siempre fue país acogotado en la escritura, donde se podía dar un personaje excepcional, que resultaba casi analfabeto, como Goya, pero con un enorme refinamiento en pintura”.
Pese a que las cosas han cambiado, “la lectura identitaria aún es muy potente en el modo en que se recibe la cultura nacional en el extranjero”, explica Calvo Serraller, de quien se reedita también estos días el brillante ensayo La novela del artista. El creador como héroe de la ficción contemporánea (Fondo de Cultura Económica). “¿Quiénes tienen éxito fuera? Los que poseen una identidad marcadamente española. Almodóvar o Barceló. Porque parecen españoles. Sin embargo, hay gente que se lo tiene que trabajar más. Tomemos el caso por ejemplo de Amenábar: con cada película tiene que demostrar que es un buen director. En cambio, Almodóvar es Almodóvar. Porque… ¿Hay algún artista español que haya sido revalidado por España? No, los españoles los soportamos al principio con escepticismo y luego acabar aceptándolos para finalmente apropiarnos de ellos con orgullo”.
¿Y Barceló? ¿Sigue siendo un artista relevante en el mundo? “Para el mercado lo sigue siendo. Para mí es incomprensible que Barceló no esté en la colección permanente del Reina Sofía. Me parece innecesario. Yo no sé si Barceló será importante o no, pero creo que sin duda es más importante que cualquier director del Reina Sofía... mucho más importante”.