Promocionar el "arte español"
Con motivo de ARCO algunas personas de paso por Madrid me preguntaban dónde podían ver “arte español actual” –o arte producido en el Estado español, se diría mejor. Les contestaba que en ARCO mismo y en las galerías. Bueno… y en algunas instituciones: “Cristina Lucas, una de nuestras artistas más internacionales, está en Matadero con Es Capital .”
De pronto me quedaba un poco sin recursos, porque lo cierto es que en la mayoría de las instituciones madrileñas dedicadas al arte contemporáneo, muchas de ellas con programas solidísimos por otra parte, se podían ver más bien pocas piezas producidas por artistas nacionales. De hecho, entre el énfasis en Finlandia –país invitado y ya tradicional tema de exposición coincidiendo con la feria- y el deseo de que en los programas de la mayoría de las instituciones haya algo especial para coincidir con la feria, la verdad es que al final cuando llega ARCO son escasos los lugares donde se muestra arte producido en el Estado. ¿Qué pasa? ¿Que apostar por el arte local no es chic y quita glamour? ¿Por qué hay que recurrir sistemáticamente a artistas extranjeros -a veces casi desconocidos y hasta un poco irrelevantes- y a comisarios extranjeros como hacen algunos de nuestros museos nacionales –también- en época de ARCO?
Es aquí donde va surgiendo el dilema y no sólo en la definición del término “arte español”, que acaban de abordar en sus libros dos distinguidísimos catedráticos de Historia del Arte de la Universidad Complutense, Francisco Calvo Serraller con La invención del arte español –el “arte español” como “invento” del XIX-, un texto lúcido y original; y Valeriano Bozal en su recorrido concienzudo por la producción artística local del 1900 hasta el 2010, dos tomos de recorrido completo por La Historia pintura y la escultura del siglo XX en España.
Pero el dilema surge, además, debido a estas reiteradas y notables ausencias del arte producido ahora mismo -de las cuales todos se quejan, pese a que pocos lo hacen públicamente y me pregunto por qué- y que mandan un mensaje claro al exterior: si desde dentro no se apoya nuestra producción, ¿cómo se va a apoyar desde fuera? Es, por otra parte, una manía muy arraigada entre cierto sector del país donde se instala el poder y que piensa con frecuencia que decir que todo el mundo es irrelevante aquí –salvo ellos-, es tanto como decir que sólo ellos –sean quienes sean “ellos”- son los “listos”. Es nuestra maldita manía de hablar mal del país también fuera, sin duda uno de los delitos nacionales más repetidos que dice muy poco sobre nuestra generosidad intelectual. Así, a la pregunta: “¿quién podría hacer esto en España?”, contestan que nadie - salvo ellos, claro. En este sentido la lección de otros países es proverbial: cuando se está fuera del propio ámbito hay que practicar una especie de debida discreción hacia los problemas locales –en esto Francia es maestra.
Sin embargo, vayamos por partes que de pronto alguno pensará que me he vuelto loca con mi ataque de “patriotismo para tiempos de crisis”. La primera pregunta es si no hay buenos artistas vivos en el Estado y si los museos no deberían apoyarlos de forma sistemática. Las respuestas parecen afirmativas, aunque los museos que apoyan de forma sistemática el “arte español” -por lo que valga el término- se pueden contar con los dedos de una mano. El MUSAC ha sido un buen ejemplo, igual que el CAAC desde la llegada de Alvarez Reyes. La Panera es, también desde este punto de vista, ejemplar –lo es desde todos. El CGAC apoya a ratos políticas locales; del IVAM mejor ni hablar –de eso ni de nada- y el MACBA no tiene tampoco una línea clara dedicaba al arte local joven –español o catalán. En el Reina Sofía, por ejemplo, las exposiciones de arte español –así como las comisariadas por profesionales locales- han sido muy escasas en estos últimos cinco años, mientras se han rescatado artistas internacionales, interesantes a veces pero tampoco esenciales para la historia del arte internacional. Tal vez debido al que algunos vemos como cierto cambio de rumbo en el museo, para el año que viene parece que se ha programado Juan Luis Moraza –buena elección- y parecería que algún español más, si bien la línea de claro apoyo al arte local sigue sin estar presente del modo en que lo estuvo a través de Espacio Uno. Es cierto que en el Retiro se pudo ver durante ARCO una exposición de la “ casi figuración madrileña” –Idea: pintura fuerza- , si bien la muestra de los 80 y 90, donde sí había artista españoles vivos –en un momento del recorrido un poco segregados tras la proyección de la película El desencanto , algo inquietante- , se había cerrado por motivos de calendario –una pena porque hubiera sido interesante mantener la exposición viva durante la feria.
La pregunta sigue, pues, martilleante: ¿deben los museos apoyar el “arte local” de forma sistemática y comprometida? Parece la estrategia más clara de exportar lo que se hace en un lugar y un buen número de museos internacionales apoyan la producción propia, pues no hacerlo habla más bien de un complejo de inferioridad que tenemos y que nos hace pensar que todo lo que viene “de fuera” es mejor. ¿Dónde pueden exponer ahora los artistas vivos locales si no en las galerías y en algunas instituciones privadas y municipales? ¿Dónde pueden verse cuando vienen los “international curators” en busca de talento? ¿O alguien les susurra acaso que no mucho que ver y no vienen?
Sin embargo, sí hay mucho que ver, a pesar de que los artistas locales, hartos de esta escena deprimente, se larguen a Berlín, como se relataba hace unas semanas en este mismo blog. Hay mucho que apoyar, pero igual es que me he vuelto patriota a mis años y no tengo razón, ya que en este mundo globalizado lo mismo da Siria que Soria. Con todo, no soy la única que piensa que en demasiados museos nacionales se ha dado la espalda a la escena local: creo que esto al menos es unánime. Galeristas, artistas, comisarios… se sienten a la intemperie, así que, como me contaba un amigo que se decía hace tiempo en plena campaña electoral, “menos Siria y más Soria”. En suma: más apuestas por lo local y menos banalidades balcánicas –por citar una parte del mundo de gran sonoridad, sin segundas intenciones, que conste.