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Matisse era una línea

Matisse era una línea

La galería Marlborough reúne una colección de grabados del artista francés. La muestra recorre su producción durante 50 años y llega a Madrid después de pasar por Nueva York y Londres.


"Matisse hace un dibujo y después hace una copia del mismo. Lo vuelve a copiar cinco, diez veces, haciendo la línea más clara. Está convencido de que la última, la más simple, es la mejor, la más pura, la definitiva", aseguraba Picasso. La que contiene en su estrecha naturaleza una secuencia de ADN: la del artista en un gesto que no admite errores, la del generoso cuerpo de una modelo y la del espacio que los rodea y contiene a los dos.


"En realidad", opinaba el malagueño, "la mayoría de las veces la mejor línea era la primera". Del esfuerzo de Henri Matisse (1869-1954) por dar con ella da cuenta una exposición que podrá verse hasta el 22 de marzo en la galería Marlborough de Madrid. 'Matisse: la esencia de la línea. Grabados (1900-1950)' reúne casi un centenar de obras que condensan su actividad como grabador y llega a España después de pasar por Nueva York y Londres.


"Matisse nunca mantuvo un interés continuado por el grabado [...], estuvo concentrado en periodos de tiempo relativamente cortos durante su carrera", revelaba William Lieberman, histórico comisario del MoMA, en un ensayo de 1956. A pesar de que su interés fue irregular, el artista realizó cerca de 800 trabajos en diferentes técnicas (punta seca, aguafuerte, litografía, linograbado y aguatinta) y varios libros de artista como el suyo propio, 'Jazz', o el que hizo para 'Poésies', de Stéphane Mallarmé.


El recorrido comienza con la que podría ser su primera lámina, un autorretrato en el que se ve a Matisse realizando un grabado ('Henri Matisse gravant', 1900-03). La estampa, un préstamo del MoMA, recuerda a una de las joyas del Rijksmuseum de Ámsterdam, un aguafuerte de Rembrandt dibujando junto a una ventana (1648). La muestra está dividida en cuatro secciones: las tres primeras repasan las diferentes técnicas empleadas por el artista, mientras que la última está dedicada a la música, la danza y la poesía.


Odaliscas y gouaches découpées.

El apartado inicial reúne una veintena de retratos y desnudos femeninos realizados durante la I Guerra Mundial y los años posteriores (1914-1935). Láminas vírgenes, líneas mínimas y modelos repetidos que coinciden con el ritual descrito por Picasso. Pertenecen a esta selección 'Fanny de face' (1914) y 'Jeune femme le visage enfoui dans les bras' (1929).


La segunda parte, dedicada a la litografía, revela una nueva preocupación del artista: la de representar a las modelos en relación con el espacio. Tumbadas sobre lujosos divanes; leyendo junto a una ventana. Según la historiadora Marilyn McCully, la atracción de Matisse por el exotismo y la sensualidad de las odaliscas propició una de las etapas más significativas de su obra gráfica. Dos ejemplos de ello son 'Grande odalisque à la culotte bayadère' (1925) y 'La Persane' (1929).


Un breve muestrario de aguatintas de los años 40 y 50 -retratos ejecutados con gruesas líneas negras- conforma la tercera parte de la exposición. Cierran el recorrido sus litografías de bailarinas (en los años 20 Matisse diseñó escenarios y vestuarios para el Ballet Ruso, y de aquella experiencia nació la serie 'Dix danseuses') y sus libros de artista. En la galería Marlborough podrán verse varias de las láminas que diseñó en 1932 para 'Poésies', de Mallarmé. Más adelante ilustraría también obras de Joyce ('Ulysses'), Baudelaire ('Las flores del mal') y Pierre de Ronsard ('Florilège des Amours').


Durante sus últimos años de su vida, Matisse estuvo encadenado a una silla de ruedas; se fue quedando sin fuerzas tras ser operado de un cáncer intestinal en 1941. Tuvo que abandonar la pintura, y fue entonces cuando sus gouaches découpées o pinturas recortables se convirtieron en la máxima expresión de su obra. Prueba de ello es 'Jazz' (1947), un libro compuesto por 20 láminas de vivos colores acompañadas por breves comentarios del artista. "Cortar directamente sobre el color me recuerda la talla de un escultor sobre piedra. Este libro fue concebido con ese espíritu", explicaba.


No faltó quien atribuyó a su senilidad, y no a su genio, su pasión por aquellos collages que hablaban de circos y viajes. Siete años antes, en 1940, el editor Tériade le había dicho al artista: "Sueño con un libro sobre el color Matisse".


Fuente El Mundo (E.VASCONCELLOS): Matisse era una línea...
Compartir | Recomendar Noticia | Fuente: El Mundo (E.VASCONCELLOS) | Fecha: 10/03/2014 | Ver todas las noticias



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