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Los piratas culturales se quedan sin tesoro

Los piratas culturales se quedan sin tesoro

La retirada de los enlaces de SeriesYonkis certifica un camino más efectivo para defender el derecho de autor en Internet.


Mientras los focos del cine se dirigían el pasado fin de semana hacia la ceremonia de los Oscar, en España, y en la sombra, la industria descubría otra razón para celebrar. SeriesYonkis, la web de enlaces más famosa, hacía mutis por el foro y se despedía de siete años de polémicas, éxitos –hasta 5,5 millones de usuarios únicos al mes, estupendos ingresos publicitarios– y liderazgo del filibusterismo fílmico. De repente, una nueva esperanza contra la piratería salía a la luz. Durante años la lucha de la industria se ha centrado en cerrar esas webs. Ahora resulta que la presión puede acabar vaciándolas, eliminando sus enlaces a contenidos ilegales. “Si en la relojería venden relojes robados, y el dueño dice no saber de dónde proceden, aprehendamos la mercancía ilegal. Y nos parece normal. Entonces, ¿por qué la gente no lo tiene tan claro en Internet?”, cuenta Enrique Cerezo, presidente de EGEDA, la entidad de gestión de derechos de los productores audiovisuales españoles.


Con SeriesYonkis han podido varios factores. La empresa propietaria, Burn Media SL, eliminó desde el 1 de marzo todos los enlaces de contenidos ilegales sin un dictamen judicial que les obligara a ello, pero empujada por el caso judicial contra ella que arrancó el 2 de junio de 2008 en el Juzgado número 1 de Murcia y sigue abierto. La fiscalía pidió el mes pasado el cierre cautelar de SeriesYonkis, PelículasYonkis y VideosYonkis. Ya no hará falta.


Sobre las razones de la retirada repentina tan solo se pueden formular hipótesis. ¿La reforma de la ley de Propiedad Intelectual? ¿Un botín acumulado ya suficiente? Solo el propietario de Burn Media SL, Alexis Hoepfner, lo sabe. Pero, contactado por correo electrónico por este periódico, no contestó. Ni tampoco quieren hacer declaraciones David Martínez y Jordi Tamargo, cofundadores y anteriores dueños de la compañía propietaria de SeriesYonkis.


Los datos sí hablan, y cuentan que la página recibió el pasado enero 2,4 millones de usuarios en España, según ComScore. PelículasYonkis alcanzó los 2,5 millones. ¿A dónde irán ahora estos internautas? Probablemente, a las llamadas descargas p2p (entre usuarios) y a otras páginas parecidas, como SeriesLy o SeriesPepito. Un responsable de esta última aceptó contestar a las preguntas de este periódico pero desapareció una vez recibido el cuestionario.


En el fondo, los piratas siguen por su camino y nunca lloran a los caídos. Cuando en 2011 cerró Megaupload, la web de descargas fundada por Kim Dotcom, se habló de un golpe mortal para la piratería. A los pocos meses, sin embargo, ya había decenas de páginas nuevas y el negocio seguía como si nada. Y, en ello, España siempre ha sido puntera. “Es un gran mercado para nosotros”, asegura el propio Dotcom.


Sin embargo, quizás algo esté cambiando. Hace un mes, otra sentencia, procedente del Tribunal Superior de Justicia Europea, alegró a la industria española, y eso que no tenía nada que ver ni con el cine ni con España. Se cerraba el caso Svensson: la Asociación Sueca de Periodistas denunció a una empresa digital de su país por enlazar, sin permiso, noticias de sus medios. El Tribunal dio la razón a la Asociación y, a grandes rasgos, señalaba a esas webs como infractoras de derechos de la propiedad intelectual. Como aclara un abogado español, “los enlaces se consideran actos de comunicación pública y eso ayuda a perseguir cualquier link ilegal”.


Y así es como hoy se enfrentan las productoras y distribuidoras españolas con la piratería. Cuando un usuario entra en las webs más conocidas, encuentra un listado de películas que cicla para encontrar los enlaces en los que podrá ver dicho filme. Es decir, la web no alberga contenidos ilegales, sino que redirige el tráfico a otras páginas que sí los contienen. Sus ingresos nacen de la publicidad, “curiosamente muchísima y de grandes empresas, atraídas por el gran número de usuarios”, cuenta un conocido empresario de la industria cinematográfica. “Es gracioso. Cuando hablamos con esas compañías, se escudan en que no saben, que deciden sus centrales de medios [agencias de publicidad que se encargan de gestionar las cuentas de sus clientes y decidir en qué formatos colocan sus anuncios], que discriminan por cantidad de usuarios. Ya, pero bien que no aparecen en las webs porno”.


Desde hace meses, productoras y distribuidoras recurren a un bufete madrileño de abogados –el único que realiza esta labor en España- para defender sus productos. Si la película va a salir al mercado, los abogados vigilan que no aparezcan enlaces ilegales. Si es una distribuidora, rastrean los enlaces ilegales a ese título en webs españolas. “Hay varias cosas claras. Primero, el usuario español recurre a webs de su país (de las 50 principales, 40 son españolas), que luego ya redireccionarán el tráfico, y por tanto, segundo, están inscritas en el Registro Mercantil. Sabes a quién tienes que acudir con tu listado de enlaces piratas rastreados para que lo retire”, cuenta alguien que trabaja con ese bufete. “Se va de buenas, con el listado, y si no responde, empiezas con otras medidas imaginativas, antes del enfrentamiento judicial”.


Este sistema está funcionando. Ha acabado con SeriesYonkis, CineTube está sin enlaces y se están vaciando otras webs. Además, la industria prepara nuevas armas. No hay más que entrar en estas webs para ver que anuncian unas películas que no tienen. Si el usuario es novato, puede que pique y cliquee en “descargar”, donde se le redirige a otra web que le pide su número de móvil: ahí está el negocio, porque empezará a recibir sms que le cobrarán como si estuviera suscrito a un servicio de videoclub. “Es publicidad fraudulenta. Algunos administradores de web son más listos y ponen en pequeño, debajo de ‘descargar’, el aviso ‘publicidad’. Pero en general ni avisan y acabas en webs que tienen cuatro películas desconocidas –de las que sí tienen derechos digitales- sin ninguna relación con lo que buscas, ofrecen un producto que no poseen”, cuenta un cliente de los abogados.


Otras posibles perchas para enfrentarse contra las webs de enlaces: “Puedes ir a defender tu marca, y cada vez que muestran la carátula de tu película, avisarles de que están infringiendo tus derechos de la propiedad intelectual. Tenemos la Ley de la Sociedad de la Información y la Ley de la Propiedad Intelectual. Y el caso Svensson acaba con las dudas de la ley Sinde. Pero sigue habiendo muchos listos que te quitan el enlace, dejan la película y en 48 horas ya ponen nuevos enlaces. Incluso los más avispados cambian la url para que no aparezca el nombre de tu película y la sustituyen por un código alfanumérico, y así no puedes denunciarles por uso de tu título”.


Ese rastreo de enlaces ilegales tiene un precio, es decir, la minuta de los abogados. “Lo tenemos que hacer porque por ahora es lo único que funciona”, cuenta ese cliente. “Pero sí creo que Hollywood nos ha abandonado, no invierten en España un euro contra enlaces ilegales. Cada vez somos un mercado más pequeño por la piratería que le interesa menos, y los estudios se están centrando en perseguir las ilegalidades en otros países, como China o Rusia”. Cerezo, en cambio, lo niega: “Las majors [los grandes estudios de Hollywood] están a nuestro lado. En España la legislación está bien y mejorando, pero la justicia es lenta. Los casos se alargan hasta cinco años. Hay que seguir luchando contra los enlaces”. Estela Artacho, presidenta de FEDICINE, la federación que agrupa a las majors en España, explica que están dentro de la Federación Antipiratería (FAP), que reúne a la industria del cine y de los videojuegos, junto a EGEDA, que tienen sus propios abogados denunciado ilegalidades. “Así que sí, indirectamente estamos invirtiendo dinero”.


También forman parte de la Coalición de Creadores, que agrupa a toda la industria cultural, y que se ha convertido en la portavoz del sector. Más aún: el nuevo embajador estadounidense en España es un antiguo ejecutivo de la cadena HBO, con claras instrucciones de trabajar contra este problema. Y miembros del Gobierno estadounidense y grandes jefes de Hollywood –como Chris Dodd, el presidente de la MPAA, que agrupa a los estudios- han visitado España en diversas ocasiones para hablar solo de la piratería.


Por ahora, la mayor parte de los administradores de las webs de enlaces atienden a los requerimientos de los abogados. Pero la situación no cambiará mientras, dicen los consultados para este reportaje, no cambie la educación en España. Dos ejemplos de cómo aún la piratería puede arruinar una película. El corto de animación Cuerdas, de Pedro Solís, ganó hace unas semanas el Goya de su género. Alguien lo colgó en YouTube, y eso ha acabado con la posible carrera comercial y festivalera del filme, para amargura de su director. Segundo, el estreno en España de No llores, vuela, la nueva película de Claudia Llosa, previsto para dentro de dos viernes tras su proyección en la Berlinale e inaugurar el festival de Málaga, ha sido aplazado. Tanto su distribuidora en el continente americano como la distribuidora para el resto del mundo apuestan por un lanzamiento comercial en otoño, con vistas a los Oscar. Y si en España se estrenaba este mes de marzo, saben que la piratería patria la propagaría rápidamente reventando su estreno otoñal. Resultado: en España no se verá en los cines antes que en otros países.


Fuente El País (G. BELINCHÓN / T. KOCH | Madrid): Los piratas culturales se quedan sin tesoro...
Compartir | Recomendar Noticia | Fuente: El País (G. BELINCHÓN / T. KOCH | Madrid) | Fecha: 10/03/2014 | Ver todas las noticias



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