Francisco Aranda: «Relocalizar la industria española de la moda»
El director ejecutivo de Moda España y presidente de asuntos laborales de CEIM-CEOE destaca que la industria textil «es un sector clave, el tercer factor más relevante en lo que llamamos marca España, tras turismo y gastronomía»
La industria vuelve a ser actualidad. Existe un consenso generalizado de que es una palanca necesaria para salir de la crisis debido a dos factores fundamentales que son sus posibilidades de creación de empleo y su importancia en las exportaciones.
Desde los años setenta, el peso de la industria sobre el PIB español se ha desplomado del 39% al 14%. Según la oficina estadística comunitaria, Eurostat, somos el país que más ha reducido su peso industrial durante la crisis, solo por delante de Grecia y Chipre. Sin embargo, en otros países de nuestro entorno, como Alemania, la actividad industrial supone un 25% del PIB, mientras que la media de la UE es de un 20%. Sin embargo, la debilidad porcentual de nuestra industria contrasta con que genera la mitad de todo el empleo cualificado y exporta más del 53% de su actividad.
Por otro lado, solemos relacionar industria con plantas de automóviles, metalurgia o química, olvidando la manufactura de la confección, el cuero y el calzado. Eso que conocemos como el sector de la moda es una industria muy seria que genera empleo, engorda el PIB y es un ingrediente importante de nuestras exportaciones. Se trata de un sector económico clave por sí mismo y que además es el tercer factor más relevante en lo que llamamos la marca España, tras el turismo y la gastronomía.
Hace solo unas semanas, el nuevo alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, mantuvo una reunión con el mundo de la moda porque es consciente del empleo que genera. De hecho, en la Gran Manzana se ha iniciado un programa específico para impulsar el retorno de esta industria. Para participar en este proyecto, las empresas deben tener como mínimo dos años de trayectoria, estar situadas en los alrededores de Nueva York, trabajar para marcas o diseñadores de moda y tener estructura suficiente para poder emprender el desarrollo del negocio. Creación pura y dura de puestos de trabajo.
En España el sector se encuentra en 130.000 puestos de trabajo directos, pero llegó a tener cerca de 400.000. El año pasado, las exportaciones españolas de moda aumentaron un 12,4% y marcaron un récord histórico, situado en 12.060,8 millones de euros. El sector también logró reducir en más de 600 millones de euros el déficit exterior, que quedó situado en 2.769,9 millones de euros.
Además, este sector logró situarse en 2013 por encima del crecimiento general de las exportaciones españolas de bienes. La moda significó el pasado año el 5,1% del total de las exportaciones españolas, frente al 4,8% de 2012. Es decir, tenemos una industria de la confección, del calzado y de la marroquinería de la que sentirnos orgullosos y valorada en todo el mundo. Pocos conocen que, incluso, muchas marcas de lujo francesas o italianas acuden a nuestro tejido productivo para fabricar. No son brotes verdes, sino realidades.
Además el sector se plantea una excelente oportunidad de aumentar su dimensión. Tenemos la ocasión de convertirnos en imán de relocalizaciones industriales que hace veinte años se marcharon a Asia. Además del ejemplo citado anteriormente de Nueva York, existen otras iniciativas que están ya pujando por acoger a esta industria. El propio Obama, a nivel federal, ha puesto en marcha el programa «Made in USA, again» con este objetivo. Reino Unido también ha activado un plan de reindustrialización dirigido al sector de la moda, para recuperar 200.000 empleos los próximos tres años, que posteriormente ha ampliado a toda la industria a través del llamado «Reshore UK». Milán también ha puesto en marcha otro programa de esta misma naturaleza y el Gobierno de Marruecos multiplica sus «road-shows» para atraer inversión industrial relacionada con la moda, entre otros.
La etapa de los bajísimos costes laborales en los países asiáticos ha concluido. Pero no solo se trata de eso, también es consecuencia de la necesidad de mejorar la calidad, controlar la trazabilidad, acortar los tiempos de entrega, hacer frente a repeticiones y subrayar el concepto «made in» como aportación de valor añadido. La liberación global del comercio textil que se produjo en el año 2005 supone una oportunidad. O dicho en palabras del premier Cameron, en la puerta de su residencia oficial, rodeado de los operadores del sector, «el propósito es traer a casa los beneficios de la globalización y garantizar que lleguen a la masa trabajadora del país».
En España contamos con excelentes operadores en toda la cadena de valor, desde los creadores, cuya relevancia es indiscutible, hasta el punto de venta con grandes almacenes de primer nivel, un comercio multimarca en plena renovación, empresas de distribución líderes en el mundo, ferias con prestigio, organizaciones empresariales proactivas y una industria competitiva que progresa hacia un modelo de «lean manufacturing», pero que necesita crecer y ser flexible para responder a la demanda. Un marco laboral que aporte flexibilidad a la industria de la confección es clave. Un estudio de la EAE Business School sostiene que el gasto en prendas de vestir en España en 2017 crecerá un 24%. ¿Las fabricamos aquí?
Fuente ABC (FRANCISCO ARANDA): Francisco Aranda: «Relocalizar la industria española de la moda»...