Sin libreto ni director
La marcha de Natalio Grueso agrava la crisis de los teatros municipales, sin rumbo político, mermados de recursos y en pleno proceso de privatización.
El descontrol y la completa ausencia de rumbo en la política cultural del Ayuntamiento de Madrid y, en particular, de sus artes escénicas, se agravó ayer con el precipitado anuncio de la marcha de Natalio Grueso, negado durante días por el área de Las Artes pese a que no solo se conocía en el mundo teatral, sino que ya estaba en juego incluso una terna de posibles sustitutos, entre los que se menciona a Natalia Menéndez, directora del Festival de Almagro.
Grueso fue el fichaje cultural estrella de la alcaldesa, Ana Botella (PP), pero apenas ha durado dos años como director de Artes Escénicas, zarandeado por las intrigas (cuando no descalificaciones o enfrentamientos a pecho descubierto) de responsables políticos, por la constante mudanza de gestores y, finalmente, por la defenestración de directores de centros tan relevantes como el Teatro Fernán-Gómez (que, por perder, ha perdido incluso su nombre) o el Circo Price para abrir paso a su privatización.
Pese a que su figura concitaba tantas alabanzas como críticas en la escena madrileña, Grueso era probablemente el último pilar sobre el que se sostenía el proyecto teatral municipal. Tanto es así que su salida se ha retrasado hasta el 1 de junio para no interferir en la programación de esta temporada, que anunció hace apenas un mes. El Teatro Español, del que es también director, pondrá en escena La casa de Bernarda Alba en marzo y El misántropo en mayo. En su Sala Pequeña se representará a partir de mayo el monólogo Novecento, de Alessandro Baricco. Precisamente una de las críticas de la escena madrileña a su gestión es una supuesta descoordinación que deja vacíos escenarios como este último durante largos periodos de tiempo. Se reprocha también su gusto por el ditirambo a la hora de programar, que le lleva a elegir nombres proclives al titular grueso (se ha comprometido a poner en escena toda la obra dramática de Mario Vargas Llosa, por ejemplo) frente a apuestas arriesgadas o jóvenes, informa Rocío García.
Su sintonía con los responsables políticos del Ayuntamiento parecía sin embargo fuera de toda duda hasta el anuncio de su marcha, que ha aprovechado para agradecer a Botella su “generosidad y colaboración en estos maravillosos años”. “A partir de ahora, inicio un ambicioso e ilusionante proyecto profesional dedicado a la creación y producción artística y literaria”, añadía en su texto de despedida, pactado con el Gobierno municipal.
Grueso considera que todo lo que podía hacer en los teatros municipales ya está hecho, y desea lanzarse de lleno a la creación, un compromiso que ve incompatible con su responsabilidad actual. Ante ese sueño personal, da por acabada su etapa de trabajo para la Administración, y aunque ha querido buscar una salida limpia y sin polémica, no puede evitar cierto cansancio ante las interferencias políticas. Ni proclamar su total desacuerdo ante cualquier amenaza a la cultura pública.
Si algo no ha faltado en estos dos años han sido interferencias políticas. O turbulencias, algunas de calado suficiente como para desnortar por completo el proyecto cultural municipal. Grueso aterrizó en marzo de 2012 de la mano de Botella (que llevaba tres meses como alcaldesa) pero, sobre todo, bajo el ala del entonces edil de Las Artes, Fernando Villalonga. Llegaba del Centro Niemeyer de Avilés, por cuya gestión sigue imputado por presunto mal uso de fondos públicos. Y se hizo cargo directamente de las principales instituciones culturales del Ayuntamiento: el Teatro Español, las Naves del Matadero, el Teatro Fernán Gómez y el Circo Price.
Su fichaje coincidió prácticamente con el anuncio por parte de Villalonga de una ambiciosa estrategia cultural hasta 2015, plasmada en un documento de 634 páginas que debía ser debatido por toda la sociedad y luego puesto en marcha a finales de 2012. Nunca más se supo de ese proyecto tras el anuncio inicial. Y poco tiempo más sobreviviría el propio Villalonga en su puesto, que tuvo que dejar en mayo de 2013 por sentencia del Tribunal Constitucional. Le sustituyó Pedro Corral, pero Botella recolocó a Villalonga al frente de la empresa municipal que gestiona la cultural municipal. Se abrió así un periodo de bicefalia y constantes disonancias entre ambos, agravado porque, aunque Corral ocupaba un puesto jerárquicamente superior, gozaba de menor confianza y sintonía con la alcaldesa.
De la mano de ambos, se inició el pasado otoño el proceso para privatizar la gestión del Fernán-Gómez que podría alcanzar también al Circo Price. La programación de Grueso y la bajada de precios había disparado la cifra de espectadores de los teatros municipales un 20%; pero precisamente esa rebaja de las entradas provocó que los ingresos fueran inferiores a los gastos. “La cultura no tiene por qué ser rentable pero tiene que ser viable”, dijo Corral.
En noviembre, Villalonga abandonó nominalmente el Ayuntamiento (sigue siendo uno de los consejeros áulicos con más predicamento ante la alcaldesa). Pero antes de su marcha, y con la aquiescencia de Corral, defenestró al director del Fernán-Gómez, Miguel Munárriz; pensaba hacer lo mismo con el responsable del Circo Price, Pere Pinyol, con el que terminó sin embargo pactando una salida digna. Poco después, anunció un cambio de personalidad en el Fernán-Gómez que inició con la recuperación de su anterior denominación, Centro Cultural de la Villa; prosiguió con el nombramiento al frente de José Tono para potenciar su faceta como centro de exposiciones; y culminó con las negociaciones en curso para dejar la gestión de la sala teatral en manos privadas.
Las consecuencias de esta gestión alcanzaron incluso al prestigioso festival de jazz de Madrid, que tras 29 ediciones fue cancelado al negarse el Ayuntamiento a ceder el teatro para la cita.
El líder socialista, Jaime Lissavetzky, resume la gestión cultural del PP como “un desastre generalizado que clama al cielo”, y critica la falta de rumbo y recursos. Las Artes ha perdido una cuarta parte de presupuesto desde que gobierna Botella. “Ha habido tres directores de Patrimonio, dos directoras de Bibliotecas y algunas direcciones que han cambiado de contenido, como Museos y Música”, añade la edil socialista Ana García d’Atri. “Con decir que en diciembre se suprimió un comité de expertos sin que ni siquiera se hubiera llegado a reunir...”, zanja. “El problema es que Las Artes no controla nada porque está en manos de una empresa mercantil”, señala la edil Milagros Hernández (IU). Sobre Grueso, añade: “Con los antecedentes judiciales y su comportamiento, que se vaya en junio se antoja tarde. No debe ser casualidad que se marche cuando se va a conocer en Asturias el informe de valoración de su gestión allí”. El líder de UPyD, David Ortega, afirma por su parte: “Está claro que alguien se equivocó, y mucho, cuando decidió apostar por este fichaje estrella, que ahora se va por la puerta de atrás. Continúa el tiovivo de altos cargos, responsables que se van probablemente como respuesta a la sensación de un cambio de ciclo político”.
Fuente El País (BRUNO GARCÍA GALLO | Madrid): Sin libreto ni director...