Literatura infantil de ensueño: los libros para niños se convierten en obras de arte
Los libreros se están volviendo locos. No saben cómo colocar los ejemplares de casi medio metro de alto que llegan a las secciones de libro infantil. Son auténticas obras de arte y la nueva apuesta de las editoriales: el libro-joya. Junto con el fenómeno del pop-up, parece contraatacar al e-book.
El libro ilustrado infantil disfruta de una nueva edad dorada; no se veían ilustraciones semejantes desde Beatrix Potter y Arthur Rackham. La francesa Rebecca Dautremer está marcando tendencia con sus obras pintadas en gouache como Princesas olvidadas o desconocidas (en la imagen), Cyrano (ambientado en el Japón feudal), Babayaga o Nasrudin, en los que da una vuelta de tuerca a cuentos tradicionales. Edelvives ha publicado en España la mayoría de ellos, y también otro boom de ventas, Los Amantes Mariposa, escrito e ilustrado por Benjamin Lacombe.
Mención aparte merece el matrimonio de rusos afincados en Alemania Olga Dugina y Andrej Dugin: el preciosismo de sus acuarelas, de un realismo mágico que evoca al Bosco y Brueghel el Viejo, quita el aliento. Buen ejemplo de ello son Los mejores cuentos de las 1.001 noches (SM), El sastrecillo valiente y Las plumas del dragón (editados por Fondo de Cultura Económica de México).
"Se han juntado artistas supercompetentes, con mucha creatividad y muy buena técnica, con editores con ganas de hacer cosas nuevas", explica Meritxell Ribas. Es precisamente su caso. Esta joven apasionada del gratagge (técnica consistente en rascar con bisturí una plancha de madera cubierta de yeso y tinta negra) fue descubierta por Galera, que se enamoró de sus grabados en blanco y negro y le encargó ilustrar dos grandes clásicos, Tom Sawyer y Huckleberry Finn, para una edición muy cuidada recién salida a la luz.
Meritxell se siente privilegiada porque una editorial en España ha apostado por ella y ha sabido valorar un método artesanal ("no hay 'Control-Z'") y un estilo 'tenebroso'. "Una apuesta como ésta no hubiera sido posible sin Pesadilla antes de Navidad, de Tim Burton. Picados, contrapicados, calaveras, motivos macabros... Burton ha sido revolucionario, ha abierto las miras en la ilustración para niños", asegura la artista barcelonesa, que saltó a la fama con un libro autoeditado, Pincel de zorro, una historia muy hermosa, pero triste.
Para niños... ¿o adultos?
"Los niños no tienen límite: son los adultos quienes se lo ponen", sostiene Meritxell. Como su obra, las de Dautremer, Lacombre y el matrimonio Dugin están dirigidas al público infantil, pero estilísticamente no son propias de niños. Ni muchas de sus historias acaban bien. Tal es el caso de Los conejos (Barbara Fiore editora), de Shaun Tan, o El príncipe de los enredos (Edelvives), de Roger Olmos. [Tom Sawyer] "No se puede dar un criterio edulcorado de la vida. Yo no soy partidaria de ocultar a los niños la realidad", defiende María Castillo, jefa de proyectos infantiles de SM. Tampoco niega que el hecho de que los libros infantiles posean una estética adulta hace que también sean más atractivos a los padres, que son los que los compran. Su objetivo: "Hacer libros fantásticos para el niño y que a los padres les apetezca llevárselos a casa".
La editorial Kalandraka coincide en que "un buen álbum ilustrado no tiene edad". Ellos apuestan fuerte por ello. Y es una tendencia de éxito asegurado.
Dioses del Olimpo ilustrado
Los libros ilustrados para niños vivieron su edad dorada en el paso del siglo XIX al XX. Utilizando el grabado, el aguafuerte y la acuarela, artistas como George Cruickshank (cuentos de los hermanos Grimm) y John Tenniel (Alicia en el país de las maravillas), pasando por Walter Crane, Arthur Rackham, Beatrix Potter, Kate Greenaway y Jean de Brunhoff (Babar) han enternecido a muchas generaciones con sus maravillosas imágenes.
