La tentación del amor, según el maestro Veronese
La National Gallery reúne desde hoy 50 obras maestras del pintor renacentista, incluido el primer viaje fuera de Verona del «Martirio de San Jorge» desde que Napoleón se lo llevara como botín de guerra.
Como en su coetáneo Tiziano, una opulenta paleta de colores desborda los cuadros de Veronese. Como el tercero de los llamados «venecianos», Tintoretto, el artista nacido Paolo Caliari (1528-1588) despliega suntuosos melodramas bíblicos o mitológicos en sus lienzos. Pero, además, este pintor nacido en Verona y adoptado por la corte veneciana –la ciudad de los mercaderes, el dinero y el sexo– recurrió también al sentido del humor para abordar la más universal de las temáticas, el amor.
La primera gran exposición sobre el maestro renacentista en Gran Bretaña, inaugurada hoy en la National Gallery de Londres, dedica por ello una sala a las cuatro «Alegorías del amor» pintadas por Veronese. Dos de los lienzos representan sendas virtudes del amor. En el «Respeto», el dios Cupido impide que un hombre, presuntamente casado, se acerque a una mujer que duerme desnuda. En la «Unión feliz», un matrimonio comparte castamente una rama de olivo.
Pero el amor implica también, según Veronese, «Infidelidad», que representa con una mujer abrazada a un hombre mientras pasa un mensaje en un papel a otro. Y «Desprecio», una actitud que Cupido castiga en un mal marido a base de golpes con su pequeño arco. No se sabe qué representan exactamente, ni quién realizó el encargo al pintor. Fueron bautizadas como «Alegorías del amor» en Francia, donde formaban parte de la célebre colección del duque Felipe de Orléans (1674-1723) después de pasar por las manos del emperador del Sacro Imperio y de la Reina Cristina de Suecia, una ávida coleccionista por la vía de la guerra.
Los organizadores de la muestra creen que es la primera vez desde entonces que la serie, vendida a la National Gallery en 1890 por los herederos del conde de Darnley, comparte sala con «Marte y Venus unidos por el amor». Esta obra, prestada por el Metropolitan de Nueva York, no se exponía en Europa desde 1910. «Es como una representación pictórica del haz el amor y no la guerra», explica Xavier Salomon, comisario de la exposición «Veronese: magnificencia en la Venecia del Renacimiento», que permanecerá abierta al público hasta el 15 de junio.
Los pechos lactantes de Venus muestran que el matrimonio es fecundo, mientras Cupido aparta el caballo del dios de la guerra para alejar a Marte de las hazañas bélicas. Además, la sala incluye una versión cómica de la obra, en la que el caballo de Marte sorprende a la pareja en la cama.
Obras prestadas desde todo el mundo.
Los 50 lienzos reunidos para la ocasión ocupan algunas de las salas más espaciosas de la pinacoteca londinense, utilizadas normalmente para albergar la colección permanente. Un escenario inmejorable para contemplar toda la suntuosidad pictórica, la espectacularidad temática y la destreza técnica de un artista considerado por Nicholas Penny, director de la National Gallery, como «uno de los mejores pintores de la Historia». «Veronese pinta con gran rapidez y mucha confianza en su trazo porque emplea sobre lienzo la técnica que adquirió pintando frescos», analizaba Salomon, «curator» en la actualidad de la Frick Collection de Nueva York, este martes durante la presentación de la exposición.
Cuarenta de las obras maestras expuestas ellas han sido prestadas por museos y colecciones de todo el mundo: un tercio provienen de Estados Unidos, un tercio de Italia y el tercio restante de otros países europeos, incluido España. La pieza más valiosa es el «Martirio de San Jorge», una espectacular representación de 4,3 por tres metros de los instantes anteriores al martirio del patrón de Inglaterra. Se trata de la primera vez que el cuadro es prestado por la iglesia de San Jorge en Braida (Verona), aunque su viaje a Londres es en realidad el segundo al extranjero después de que Napoléon se lo llevara prestado como botín de guerra, aunque luego lo devolvió.
La obra incluye todos los elementos que caracterizan el magisterio pictórico de Veronese: la paleta veneciana, el dramatismo de los personajes, la teatralidad de la escena o la composición arquitectónica. Y recoge el momento en el que San Jorge rechaza al sacerdote que le apremia a adorar a los dioses paganos –señalando a Apolo con el dedo– y fija su mirada en el Cielo, donde le esperan la Virgen y el Niño con San Pedro y San Pablo. «Es el préstamo más importante de la exposición, al principio creíamos que sería imposible pero salió bien», explica Salomon, que cita la colaboración del párroco de la iglesia y del obispo de Verona.
El cuadro comparte sala con otra de las grandes obras maestras del pintor, realizada en la misma época, en torno a 1565: «La familia de Darío ante Alejandro», propiedad de la National Gallery. Los expertos en el artista renacentista apuntan a que probablemente esta exposición sea la única vez en que los dos lienzos coetáneos vayan a compartir techo desde que salieran del estudio del artista, cuya llegada a Venecia está registrada por primera vez en 1555.
Veronese, los santos y la Contrarreforma.
Con el martirio de San Jorge y otras obras similares –«La boda mística de Santa Catalina», «El milagro de San Barnabás», «La tentación de San Antonio» o «La conversión de san Pantaleón»–, los pinceles de Veronese se sumaron al movimiento de reafirmación católica que siguió al Concilio de Trento, y que marca el inicio de la Contrarreforma como reacción al protestantismo liderado por Martín Lutero en Alemania. Un movimiento que apostó por el dramatismo de la vida de los santos del catolicismo para atraer la atención y la compasión de los fieles.
Veronese nació como Palolo Caliari en 1528 en la ciudad de Verona, y fue un genio precoz de la pintura tras pasar por talleres de arquitectos y pintores en su ciudad natal. «Su vida fue bastante aburrida», asegura Salomon. «Nació, se formó como artista, tuvo un matrimonio feliz, tuvo hijos y se murió; no mató a nadie y no viajó mucho más lejos del Norte de Italia», explica. En Verona, en Venecia y en otras ciudades italianas sus obras adornaron palacios, iglesias, villas y lugares públicos.
También pintó retratos, tres de los cuales ofrecen uno de los momentos de mayor intensidad y emoción del recorrido cronológico que plantea la National Gallery, que dedica con acierto una sala menos iluminada a «Retrato de un caballero», «Retrato de una dama, conocida como la "Bella Nanni"», y otro «Retrato de un caballero». En una ciudad en la que las exposiciones temporales en los grandes museos se suceden con el mismo bombo mediático que los estrenos de cine, esta exposición sobre Veronese ofrece «un encuentro con el gran arte lo más excitante que se puede esperar», según Jonathan Jones, crítico de «The Guardian».
Y en la era de la adoración pagana a los nuevos dioses del arte contemporáneo, con sus megalómanos templos como la Tate Modern, la pinacoteca estatal que dirige Nicholas Penny apuesta por lo esencial con un maestro «del que no hace falta saber nada de antemano porque estas son las obras de un artista que es, fundamentalmente, un contador de historias», defiende Rachel Campbell-Johnston desde «The Times».
Fuente ABC (BORJA BERGARECHE | LONDRES): La tentación del amor, según el maestro Veronese...