La moda se come a las galerías de arte en Mayfair
Los galeristas no resisten las subidas en los alquileres tras el aterrizaje en masa de Gucci, Prada, Etro o Bottega Veneta en el barrio que simboliza la elegancia de la capital británica.
Mayfair respira arte, y dinero, desde hace más de 200 años. El exquisito aroma de este barrio del centro de Londres atrae a los turistas con mayor poder adquisitivo por las compras en Bond Street, y a los «hedge fund» más selectos, que prefieren hablar de negocios en las «oyster house» y restaurantes de la zona en lugar de en la ruidosa City londinense o en el gélido distrito financiero de Canary Wharf. Un ambiente de elegancia y recogimiento alcanzado, en gran parte, por el poso que deja la presencia de algunas de las galerías de arte más clásicas de la ciudad.
No tiene el dinamismo contemporáneo ni la vitalidad juvenil de los barrios del Este de Londres. Mayfair no es país para «hipsters», bolsillos vacíos o para modernos. Es la cuna de lo clásico, del hotel Connaught en Mount Street, del restaurante Scott's escenario de la ruptura entre Charles Saatchi y Nigella Lawson, de obscenos concesionarios de coches de lujo y del club Annabel's en Berkeley Square. Y es, desde hace unos dos años, un paisaje en peligro de extinción en el que las grandes firmas de la moda están expulsando a los galeristas y marchantes de arte clásico y antiguo con más solera del mundo.
Colnaghi (15 Old Bond Street) está considerada como la galería más antigua del mundo. En 2010 celebró su 250 aniversario con una exposición de cartas manuscritas de artistas como el paisajista John Constable o el pintor romántico francés Eugène Delacroix a Dominic Colnaghi, hermano del grabadista italiano que asumió a finales del siglo XVIII las riendas en Londres de la conocida casa parisina de venta de libros, cuadros y artefactos científicos. Ahora, el propietario actual ha tenido que mudarse a los tres pisos superiores de su edificio para ceder los escaparates a la firma de ropa Bottega Veneta.
ETRO Y MAX MARA CONTRA LOS MARCHANTES.
El año pasado, la galería Agnews bajó la persiana tras 195 años vendiendo arte antiguo, después de vender su espacio en Bond Street a la marca italiana Etro por 30 millones de euros, según informó el «Financial Times». Julian Agnew, la sexta generación de la familia propietaria al frente del negocio, explicaba que «no estamos en un buen lugar, no somos grandes como Sotheby's o Christie's, los "supermercados" del arte, ni suficientemente pequeños». En el 14 de Bond Street, varios marchantes apiñados en la última planta se irán para ceder el espacio a Max Mara.
Gucci, Prada o Chanel se han ido sumando a Cartier, Tiffany o Bulgari en el paisaje del superlujo de Bond Street, mientras que Jimmy Choo, Alexander McQueen, Acne o APC pueblan la vecina Dover Street, donde llegará en el otoño la primera tienda de Victoria Beckham. Una presión que expulsa poco a poco a las galerías, incapaces de oponer resistencia a empresas dispuestas a pagar sin pestañear alquileres de hasta 12.000 euros el metro cuadrado (1.000 libras el pie cuadrado, según el mercado local). Prada (16-18 Bond Street), se ubica por ejemplo en el edificio que albergaba la Wilma Wayne Gallery.
PROTECCIÓN COMO ST. GERMAIN DES PRÈS.
En la paralela Cork street y alrededores, epicentro de la escena artística del barrio, los galeristas que quedan han decidido pedir ayuda. Unos 25 han unido fuerzas para solicitar al ayuntamiento que establezca una zona de protección que les permita sobrevivir, y citan como modelo el blindaje que París brindó a las galerías y marchantes de la zona de St. Germain des Près. A la galerista Anna Hunter, marchante del príncipe Carlos de Inglaterra, el coste del alquiler se le ha triplicado (de 1.500 euros el metro cuadrado a 4.500) tras la llegada de las firmas de moda a la encantadora Albemarle Street.
«En el largo plazo es una economía falsa», advertía recientemente en «The Times», «porque una de las principales razones por las que las firmas de moda quieren estar en Mayfair es por las galerías de arte». Hunter da en el clavo. Mayfair es Mayfair, en gran parte, por el aire intemporal y cultural que le otorga la actividad que generan los marchantes con sus artistas y clientes. Pero la invasión es imparable, y se extiende ya al otro de lado de Berkeley Street por Mount Street, de este a oeste, con firmas más actuales que quieren arrebatar los compradores y «fashionistas» a Bond street.
Hace siete años, Marc Jacobs fue el primero en instalarse en la calle del Scott's y del Connaught. Ahora, en el número 125 está la española Loewe. Una tras otra, han llegado también el diseñador británico Christopher Kane (Mountain Street, 6) o la serbia afincada en Londres, Roksanda Ilincic (Mountain Street, 9). En el 103, Céline ha regresado tras el cierre de su tienda en Londres ordenado en 2009 por su directora creativo, Phoebe Philo, responsable de la moda de llevar calzado deportivo con traje o un atuendo formal.
Mayfair sigue siendo el destino final preferido de quienes pasan la jornada en la London Fashion Week en febrero o en la feria de arte de Frieze en el otoño. Por sus tiendas, por sus restaurantes, por su encanto, y también porque es –era– el territorio natural de las Artes por su ubicación histórica a escasos metros de la Royal Academy, hogar de artistas y de desarrollo de la creación plástica y del coleccionismo. Ahora, la misma fuerza mercantil que expulsó al comercio tradicional del West End en torno a Covent Garden, o a las librerías y tertulias literarias de Charing Cross, amenaza a las galerías de Mayfair.
Y ha cundido la voz de alarma incluso entre quienes no se sienten en su salsa rodeados de galeristas más o menos prietos y observados por Braques, Turners y venecianos. «Dirán que hace ya tiempo que los centros nerviosos culturales de Londres han abandonado el centro para irse a Shoreditch, Hoxton y, más recientemente, Peckham», escribía en «The Daily Telegraph» el crítico de arte Mark Hudson. «Pero una ciudad necesita un corazón, no queremos una capital con una periferia vibrante y un centro plástico y alienado, lleno de grandes cadenas de tiendas», defiende.
Fuente ABC (BORJA BERGARECHE | LONDRES): La moda se come a las galerías de arte en Mayfair...