Museo Arqueológico Nacional: el emocionante viaje milenario por nuestra historia
El día 1 de abril abrirá sus puertas totalmente renovado, con un discurso accesible, moderno y audiovisual.
Uno de los grandes proyectos culturales de nuestro tiempo está a punto de abrir sus puertas: el Museo Arqueológico Nacional (MAN) que podrá visitarse a partir del próximo 1 de abril. El museo es el mismo que cerró hace más de dos años, obligado por una remodelación necesaria y profunda, pero el viaje que nos propone ha cambiado mucho. Resulta muy emocionante, nos conduce por caminos que atraviesan miles de años. Aquí están los juegos de tronos ancestrales, los ritos atávicos, el amor y la muerte, los signos de identidades superpuestas, las victorias, las derrotas, las riquezas que se hicieron humo, que quedaron en la tierra hasta que la piqueta del arqueólogo volvió a comprender exactamente lo que significaron.
El MAN ha mejorado en casi todo para contarnos lo que significan hoy para nosotros y el resultado es espectacular. Es el centro perfecto para conocer nuestra historia. Cualquier lugar común que se le adjudique se queda corto: es un museo del siglo XXI, totalmente accesible y con un nuevo discurso expositivo que daría envidia a cualquier centro del mundo. ¿Por qué? Ha sabido explicar con sencillez la enorme y profunda complejidad de la que brotamos.
Arranca con muy pocos elementos: piedra, metal y cerámica. Y el tiempo, que los entierra en estratos. Lo básico es comprender que España es desde el comienzo un gran yacimiento de los restos de viejos e intensos encuentros culturales. Y el gran mapa audiovisual de la entrada nos permite comprenderlo todo en solo 9 minutos: vemos vivir a muchos otros en los lugares que hoy habitamos, vemos pasar como una exhalación a los iberos y a los celtas, a los fenicios, a los púnicos, a los griegos y los romanos, a los visigodos, a los musulmanes; casi nos hipnotiza este baile de ciudades que se levantan y se derrumban, de frentes que se desplazan y se rompen, de coronas que se reúnen y caminan sobre los restos de otras glorias que parecieron invencibles. Esto es España. Cada parpadeo es una tesela en el mosaico de esta piel de toro. Y cuando lo hemos comprendido bien, es cuando comienza el viaje.
A partir de aquí, cada capítulo está prologado por un vídeo prodigioso, una producción de El Ranchito (responsable de efectos visuales de películas como «Lo imposible») y las ilustraciones de La Sopa Boba que resumen a la perfección una etapa histórica con imágenes muchas veces extraídas del arte de la época. En las vitrinas, las piezas justas y las explicaciones tan breves como exactas para que el usuario pueda detenerse a placer a cada paso.
Sin perder el hilo, la edad de la piedra le dio paso a las de los metales, aún en la prehistoria, aún en el silencio de la palabra escrita. A cada rato, se ha instalado una estación tiflológica: un mostrador de objetos copiados de los que pueblan las vitrinas de cada época que permiten a los ciegos tener acceso completo al conocimiento que alberga el MAN. También a quienes no tienen otra discapacidad pero desean comprender las texturas con el tacto.
Póquer de Damas.
Un piso por encima, donde la luz de los patios inunda las salas, se entrelazan los caminos de la protohistoria. Las Damas de Elche, del Cerro de los Santos, la Galera y Baza se muestran tan distintas como inescrutables. La de Baza, con expresión cineraria, mantiene palpitante un pájaro en la mano. La ultratumba de los íberos da paso a la de los celtas, con las sacerdotisas del sol, los verracos y las estelas que recuerdan a los ídolos del hierro. Y más allá los dioses púnicos, o la Dama de Ibiza, que debe ser la diosa Tánit o Astarté pero parece la novia de Picasso.
Si la luz baña todo desde los patios no había un lugar mejor para ubicar a Roma. Un imperio construido con las leyes, el ejército, los caminos, la tecnología, la literatura, la religión oficial y la moneda. Todos ellos están presentes en el pequeño foro presidido por Livia y Tiberio, donde descuellan los bustos de los grandes hombres y que está rodeado por vitrinas que recuerdan las tiendas y tabernas del ágora romana. Completan la zona antigua los elementos de la vida cotidiana, la casa romana, sus objetos, los ritos funerarios y los inmensos mosaicos de las villas de la Hispania Romana.
La Edad Media verá llegar a los visigodos, al Islam y contemplará el nacimiento de la Corona Hispánica. Las nuevas salas permiten valorar las aportaciones políticas y científicas de cada cultura y es un alarde pedagógico que muestra brillantemente la suma cuyo resultado fue España en el momento en el que iba a fundar el imperio: pura mezcla, mudéjar o mozárabe, musulmana y cristiana. El recorrido pasará bajo la maqueta monumental de la Mezquita de Córdoba, colgada del techo, junto a piezas prodigiosas como el Bote de Zamora, una cierva y jarrones nazaríes. Del lado cristiano, algunas herencias visibles y la cúpula de los Cárdenas bajo la que dicen que firmaron las capitulaciones Isabel y Fernando (cómo no recordar la serie). Y monasterios, capiteles, arcos en los que aquel tiempo aún vibra. Señores y vasallos, el báculo del Papa Luna, nuevos sentidos para la muerte y el imán de los santos, que demuestra el Camino de Santiago.
Después, la navegación y la ciencia permiten el encuentro de aquella España de la mesta con América, donde vendrían más mestizajes, teñidos con la riqueza y la guerra constante. Austrias y Borbones, para terminar en el XIX, con la burguesía y los chuzos de la Independencia. Todo aquí nos expone a nuestro pasado, a nosotros mismos. Andamos con pasos prestados por las salas del tiempo, curioseando entre los restos de todo lo que fue, mirando lo que miraron otros, y lo que otros mirarán.
Fuente ABC (JESÚS GARCÍA CALERO / MADRID): Museo Arqueológico Nacional: el emocionante viaje milenario por nuestra historia...