Una oscura aseguradora quiere vender la colección del DIA
Le cuesta un mundo a la colección del Instituto de Artes de Detroit (DIA, por sus siglas en inglés) disfrutar de un poco de tranquilidad. El acuerdo para salvar sus obras maestras se daba, más o menos, por cerrado.
No iban a ser vendidas para afrontar la bancarrota de la ciudad gracias a un doble movimiento. Por un lado, el museo se segregaba económicamente de Detroit (en una operación que los financieros denominan spin-off). Y como contraparte, Míchigan, junto a la propia entidad cultural y varias organizaciones no gubernamentales, se comprometía a aportar 816 millones de dólares (590 millones de euros) durante los próximos 20 años para garantizar su viabilidad. El juez Steven Rhodes, quien se encarga del colapso financiero, respaldó este acuerdo con el argumento de que las obras no podían enajenarse ya que la colección no pertenecía ni al Estado ni a la ciudad, sino a sus ciudadanos.
Sin embargo, de súbito, ha irrumpido en escena una oscura aseguradora llamada Syncora. Con domicilio en Bermudas —un paraíso fiscal— está presionando al límite, junto a varios bancos europeos, y a otra aseguradora, Financial Guaranty Insurance Company, para que el DIA venda sus cuadros. Evidentemente, la razón de este interés es el dinero. Syncora se juega más de 250 millones de dólares en la bancarrota, en buena parte debido a que respaldó, asumiendo un enorme riesgo, 1.400 millones en pensiones de los trabajadores de Detroit.
A principios de la semana, Stephen Hackney, abogado de Syncora, sostenía en el tribunal que una tasación completa de la colección de arte del DIA “podría representar una recuperación sustancial para todos los acreedores” e hizo un llamamiento —como relata el periódico Detroit Free Press— para que la evaluación de los activos fuera transparente, “con el fin de que la gente pudiera entender las razones de la decisión [de no vender las obras]”.
Detrás de esas palabras, que suenan moderadas, habita una guerra. Los abogados de Syncora acaban de conseguir que el magistrado Steven Rhodes les de acceso a las comunicaciones que durante dos meses mantuvieron el DIA y la oficina del fiscal general Bill Schuette. En ella se muestra la estrategia que utilizó el centro de arte para evitar la bancarrota y la liquidación de sus obras.
La posibilidad de acceder a estos datos ha sido un golpe bajo para el museo. Como si el enemigo se instalara en el sofá de casa, entrara en la nevera y dispusiera de ella a su antojo. Por eso ha estallado una guerra en el lenguaje. Los abogados de la ciudad acusan a Syconra de orquestar una “estrategia de tierra arrasada en la litigación”, en una alusión a ese planteamiento bélico que se basa en destruir todo aquello que pueda utilizar el enemigo en el campo de batalla; ya sea cuando un ejército avanza o se repliega. Los representantes legales de la aseguradora han plantado cara al ataque. Aseguran que es “enfermizo” que la ciudad sugiera que “están cometiendo crímenes de guerra”. Buscando la moderación en las palabras, el juez Rhodes ha pedido a ambas partes que destierren ese tipo de lenguaje de su sala.
Este incidente es muy revelador. Si bien es cierto que un grupo amplio de acreedores, entre los que figuran pensionistas, ya han llegado a un acuerdo con la ciudad, otros afectados siguen estando a kilómetros de distancia de lograr un entendimiento. Muchos esperan que Syncora sea el penúltimo obstáculo para conseguir salvar la colección. Sin embargo esta aseguradora, y su actitud, revela que los caravaggios y matisses del DIA aún tendrán que sudar tinta antes de poder garantizar totalmente que no saldrán a la venta.
Fuente El País (Miguel Ángel García Vega): Una oscura aseguradora quiere vender la colección del DIA...