La posibilidad de una isla
El artista mallorquín Guillem Nadal ha expuesto su serie 'Projecte per una illa. Papers' en la Galería Álvaro Alcázar de Madrid.
La posibilidad de una isla no es, en este caso, una novela de Michel Houellebecq. Es el empeño de Guillem Nadal (Sant Llorenç, Mallorca, 1957) por recrear un paisaje interior mediante pequeñas murallas de papel. "Una isla de vivencias, por necesidad siempre inacabada, porque termina con el fin de la propia existencia", señala el artista. Una geografía de "referencias personales": el miedo, la soledad, el tiempo, la muerte. "Como capas de cebolla que se van superponiendo" y dan lugar a cada una de las obras que componen 'Projecte per una illa. Papers', la exposición que Nadal inauguró en abril en la Galería Álvaro Alcázar de Madrid.
Sus 'islas' nacen de un punto imaginario que proyecta una serie de círculos concéntricos hacia el exterior. Son próximos, repetitivos, tanto en esta muestra como en los trabajos con telas que ha realizado sobre esta misma idea (y cuyo resultado es mucho más matérico). Las circunferencias no se cierran, parecen arañadas sobre la arena. "Son las huellas de un paso, pero la idea está más soterrada que lo que surge sobre el papel", explica. El artista, que trabaja a caballo entre Son Servera (Mallorca) y Chiang Mai (Tailandia), vincula sus creaciones con los 'mandalas', figuras geométricas de carácter ritual muy presentes en la cultura budista.
Paisaje de luces y sombras.
Nadal trabaja el gesto y la incertidumbre. La acumulación de líneas forma "un paisaje de luces y sombras" cuyo aspecto, asegura, puede variar a lo largo del día. La percepción también es distinta cuando las obras se observan de perfil: emerge entonces un relieve alternativo para cada islote. Una convicción física de que están allí, y de que, si no fuesen a disolverse en la memoria del autor, podrían formar parte de ese 'Atlas de islas remotas' (Judith Schalansky) que acaba de traducirse al español. Le preguntamos por esta otra forma de abordar sus escenas. "Es otra posibilidad, sí", pero deja la respuesta en manos del espectador.
El color, un elemento en extinción en la obra del mallorquín, gana un poco de terreno en esta ocasión. "En mi taller [los cuadros] parecían muy poco coloristas...", aclara. "Pero sí, de repente el cuerpo te pide un poco de color, como si necesitara un poco de poesía". Los trabajos en papel de 'Projecte per una illa', firmados en 2013, continúan la senda que el artista inició hace años con sus piezas textiles. Misma obsesión, distinto soporte. "El papel te permite un juego más frágil y el resultado es menos museístico, más libre", señala. "El papel y el lápiz son la base de la que surgen las telas, que son grandilocuentes, inmensas... pero la inmediatez y la sensibilidad del papel no se consigue con una tela".
Fuente El Mundo (E. VASCONCELLOS | Madrid): La posibilidad de una isla...
