Nueva York lava la cara a sus museos
MoMA, Metropolitan, Whitney y Frick se lanzan a la carrera de ampliar o cambiar sus sedes para no perder comba en el competido mercado museístico de la Gran Manzana.
En su día, Henry Clay Frick (1849-1919) fue llamado «el hombre más odiado de América» por su mano de hierro al aplacar las huelgas en la industria del acero con la que forjó su fortuna. Hoy, su nombre sobre todo evoca una mansión deliciosa a orillas de Central Park con una de las mejores colecciones de arte europeo en EE.UU. Este palacio reconvertido en museo ha anunciado hace unos días un ambicioso plan de ampliación, con el que ganará unos 3.900 metros cuadrados de nuevos espacios expositivos. Con esta decisión, el Frick se une al lavado de cara en el que están inmersos algunos de los mejores museos neoyorquinos, como el MoMA, el Whitney o el Met. La tendencia se extiende por todo EE.UU. Los Ángeles County Musuem estrenará sede, estimada en 500 millones de dólares; el Miami Art Museum abrió su nuevo edificio –bajo el nombre de Pérez Art Museum Miami– el pasado diciembre con un coste de 131 millones de dólares; y el Cleveland Museum of Art acaba de culminar una renovación en la que ha invertido ocho años y 350 millones de dólares.
Respeto al pasado.
El proyecto de la Frick Collection ampliará el museo hacia el Este y servirá como nexo entre la Biblioteca Frick y el museo, que hasta ahora no estaban conectados. Contendrá nuevas galerías, una ampliación del vestíbulo, aulas para los programas educativos y un auditorio con capacidad para 220 personas. Una azotea ajardinada podría servir para exposiciones temporales de escultura, al estilo de la terraza del cercano Metropolitan Museum.
La idea de la Frick Collection es que el nuevo edificio sea «consistente con el estilo, la historia y el diseño de la mansión original construida en 1913-1914 y las posteriores ampliaciones». Los encargados de ejecutar el proyecto serán los arquitectos de la firma Davis Brody Bond, cuyo proyecto de envergadura más reciente es el museo subterráneo dedicado a los atentados del 11 de septiembre en el World Trade Center.
Otro de los grandes atractivos de esta ampliación será la apertura de parte del primer piso de la casa, que incluye los espacios correspondientes a antiguos dormitorios, un despacho y una sala para el desayuno. Según el museo, «esto permitirá que se expongan más piezas de la colección permanente y que el visitante tenga una mejor idea de cómo vivía la familia Frick».
Viaje al «downtown».
A cinco minutos a pie de la Frick Collection está el Whitney Museum, centrado en el arte moderno y contemporáneo de EE.UU. La retrospectiva de Jeff Koons que se inaugura a finales de este mes será la última gran exposición que acoja su actual sede, un diseño modernista de Marcel Breuer de 1966. El año que viene, el museo se mudará al Meetpacking District, en el Sur de Manhattan, una zona mucho más atractiva. Diseñado por Renzo Piano y con unas impresionantes vistas al río Hudson y al parque elevado High Line –uno de los grandes reclamos turísticos de Nueva York en la actualidad–, el nuevo edificio es la gran esperanza del Whitney para ganar posiciones en la liga museística neoyorquina. La institución ganará en espacio expositivo –un tercio más que el actual– y en posibilidades para su programación: contará con la mayor sala de exposiciones sin columnas de la ciudad (1.700 metros cuadrados) y otros 1.200 metros cuadrados de espacio exterior.
Polémica ampliación.
Uno de los perjudicados por el cambio de sede del Whitney sería el MoMA, que podría ver cómo el nuevo museo le araña visitantes. Pero el museo de arte moderno y contemporáneo más importante de la ciudad tiene listo un contraataque: una ampliación con la que ganará espacio expositivo y con la que convertirá su vestíbulo y su jardín en grandes espacios públicos. La gran víctima de esta operación es el antiguo edificio del American Folk Art Museum, una pequeña construcción contigua al MoMA que va a ser fagocitada para esta ampliación. El proyecto, bajo la firma del despacho de arquitectos Diller Scofidio + Renfro, incluye la desaparición del museo menor, lo que causó una gran polémica. Pese a las protestas, que pretendían al menos salvar la fachada del American Folk Art Museum, los trabajos de demolición comenzaron en abril. La ampliación ganará tres pisos de un rascacielos residencial que se construye pegado al museo. El MoMA ganará 3.700 metros cuadrados de espacio expositivo.
Más arte moderno en el Met.
El arte moderno y contemporáneo también será el protagonista de la otra gran renovación museística en Nueva York: el Metropolitan planea reconstruir su ala dedicada a estos periodos, un inmenso espacio en la esquina suroeste del museo. El proyecto fue desvelado hace pocas semanas, y, aunque aún no hay un plan definido, se espera que pueda inaugurarse en 2020, en el 150 aniversario del museo. Las galerías de arte moderno del Met han sido un espacio discutido casi desde su creación en 1987. La donación en 2013 de la colección de arte cubista de Leonard Lauder, valorada en 1.000 millones de dólares, ha sido la excusa perfecta para iniciar el proyecto, que podría incluir una nueva entrada al museo desde Central Park y una ampliación de su terraza en la azotea.
Fuente ABC (JAVIER ANSORENA / NUEVA YORK): Nueva York lava la cara a sus museos...