En el parque de atracciones del arte
Art Basel continúa mostrando una salud insolente en un universo sin crisis. 285 galerías participan en la actual edición.
Ostras y champán para desayunar. Tal vez no sea la forma más común de comenzar el día. Pero nada aspira a la normalidad en Art Basel, “la madre de todas las ferias de arte”, donde los ricos coleccionistas se empujan para entrar a los transportes públicos que conducen hacia la plaza Messe, el lugar en el que se despliega hasta el fin de semana, y previo agasajo a base de bivalvos y vino espumoso francés, el gran parque de atracciones del arte contemporáneo. Una avalancha de compradores tomó ayer a eso de las 11.00 y a la carrera el imponente espacio. Llegaban con los deberes bien hechos. No hay tiempo que perder; aquí se dan cita las mejores piezas que puede ofrecer el mercado con los mejores coleccionistas de todo el mundo.
En su 45ª edición, Art Basel concentra a 285 marchantes llegados de 34 países del mundo. La apabullante cita, imposible de ser abarcada en un día, se divide este año en tres bloques mayores: las obras monumentales, las galerías comerciales con su oferta de grandes maestros y artistas emergentes, y la propuesta estrella de esta temporada: 14 Rooms, cita comisariada por Klaus Biesenbach y Hans Ulrich Obrist.
Esta exposición, fruto de la colaboración entre la Fundación Beyeler, Art Basel y el Teatro de Basilea, propone performances de nombres consagrados como Marina Abramovic, Damien Hirst, Tino Sehgal o Yoko Ono, en un espacio concebido por los arquitectos e hijos predilectos de Basilea: Herzog & De Meuron. A esta oferta se suma el ya clásico Art Parcours, que propone piezas específicas en el Klein, barrio popular de Basilea, o la feria paralela de mobiliario Miami Design.
Para quien se sienta incapaz de digerir la propuesta de 285 galerías en el primer día, cabe la posibilidad de acudir a Art Unlimited donde este año el comisario Gianni Jetzer propone piezas imposibles de ser presentadas en el espacio convencional de un museo o galería. Recibe al visitante el enorme Continuel Mobile. Sphère Rouge, del argentino Julio Le Parc, que abre la visita junto a la enorme pintura sobre lino Grand Canal, del chino Zhang Huan, uno de los muchos nombres asiáticos que pueblan esta edición.
Por eso, no extraña encontrar entre los selectos visitantes a la jornada inaugural a Uli Sigg. Toda una leyenda en el exclusivo mercado del arte, este exembajador de Suiza en Pekín está considerado el mayor coleccionista de arte chino del mundo, así como el gran especialista occidental en la materia. “Observo que, como consecuencia del nacimiento de Art Basel Hong Kong, hay menor presencia de arte asiático en Basilea”, explica. Quizá sea porque, en opinión de Sigg, “se da una cierta globalización de los gustos”. “Hasta un 50% de los artistas propuestos son del gusto global, aunque las ferias de Miami y Hong Kong proponen también estéticas específicas y adaptadas”.
Más allá de la pura estética, una pregunta se impone estos días. ¿Afectará al mundo del arte la guerra que las autoridades fiscales de los Estados Unidos han declarado a los bancos suizos? El interrogante resulta obviamente relevante para una feria en la que los galeristas pueden llegar a dejarse entre 60.000 y 85.000 euros tras pasar una selección exhaustiva. Tan es así que Marc Spiegler recordaba en conferencia de prensa que si los criterios de admisión no fueran tan duros, tendrían “hasta 700 galerías exponiendo, lo que implicaría cinco días para visitar la feria”. A pesar de la leyenda que rodea al certamen, el director de Art Basel recuerda que “hay mucha obra interesante que puede ser adquirida por menos de 10.000 euros”.
Después de descubrir que algunos bancos suizos habían ayudado a clientes estadounidenses a evadir impuestos, las autoridades fiscales americanas exigieron compensaciones económicas. Credit Suisse ha sido la última entidad afectada y tendrá que pagar a Washington una multa récord de 2.815 millones de dólares (2.304 millones de euros) por haber contribuido al fraude fiscal. Pero Uli Sigg no cree que esto afecte demasiado al mercado del arte en Suiza. “Los bancos suizos tienen tal dimensión global que terminan haciendo sus negocios de la misma manera que han hecho siempre. Al final, no está cambiando gran cosa. En Art Basel no se ven prácticas que han podido ser usuales en mercados de, por ejemplo, el sur de Europa, como el pago en efectivo de enormes sumas por obras de arte”.
Una opinión similar ofrece Laura Gowen, coleccionista y directora de la galería ginebrina Gowen Contemporary: “Los bancos suizos son los primeros interesados en ocuparse de que todas las operaciones cumplan con las normativas en vigor. Lo que no quiere decir que, más allá de los flujos financieros entre Estados Unidos y Suiza, no puedan existir de momento otras estructuras más opacas, de las que cabe preguntarse hasta cuándo durarán”.
Un mítico galerista neoyorquino, que no quiere ser citado, se inflama con la cuestión: “Los periodistas son los mayores culpables de esta maldita obsesión con el dinero. Estamos educando una generación de niños que sólo se interesa por la creación en función de los millones que cuesta una obra, y no de su valor intrínseco”. La mayoría de las obras en Art Basel, afirma, están por debajo de los 500.000 euros. “Lo que hace innecesario ser un gran magnate metido en negocios turbios”, añade.
Más oferta.
La casi infinita oferta artística de Basilea no acaba con Art Basel. De hecho, estos días quien se lleva el gato al agua es la Fundación Beyeler con su impresionante retrospectiva Gerhard Richter. “Una cita ineludible”, se entusiasma el suizo Stefano Stoll. La prestigiosa Beyeler revisa sesenta años de creación del artista alemán curados por el ineludible comisario estrella Hans Ulrich Obrist, codirector de la Serpentine Gallery de Londres.
Pero a la sombra de Art Basel florecen otras citas que proponen un arte más rompedor o emergente. Entre ellas destaca Liste, situada desde 1997 en el fascinante edificio de las viejas destilerías Warteck, aunque también destacan el Voltahalle o Scope. A nivel museos la ciudad a orillas del Rin presenta una muestra de las esculturas del americano Charles Ray, en el prestigioso Kunstmuseum. El Schaulager presenta obras escogidas de Paul Chan, un artista chino de Hong Kong residente en Nueva York que “suena” cada vez con más fuerza; mientras que el Museu Tinguely trae la obra del checo Kristof Kintera.
Fuente El País (RODRIGO CARRIZO COUTO | Basilea): En el parque de atracciones del arte...