Las armas salen de los cuadros del Greco en una exposición del Museo del Ejército
El Alcázar de Toledo inaugurará esta muestra, que recoge un centenar de piezas, el próximo día 2 de septiembre.
Podemos imaginar que el más famoso caballero pintado por El Greco moviera la mano que apoya mansa en el pecho y desenvainara su espada ropera, lujosa, acabada en una bola repujada en oro, signo de su distinción, su hidalguía, de su orgullo y valor... Lo cierto es que las armas están presentes en numerosos cuadros del Griego de Toledo, curiosamente igual entre caballeros que en escenas de santos. Eran parte de la sociedad en la que el pintor vivía, una España que combatía en los rincones del imperio y en cuyas calles solo el acero podía librarte de un mal encuentro. Ahora, por primera vez, una exposición va a permitir que esas armas salgan de los cuadros y se muestren tal y como eran en realidad, en las vitrinas del Museo del Ejército, en el Alcázar de Toledo. Será a partir del 2 de septiembre, en este centro que alberga casi 40.000 armas y objetos militares, desde la época romana.
En los sótanos se restauran las armas.
Es un lujo asomarse a los sótanos del Alcázar junto con el comisario de la muestra, Germán Dueñas Beraiz, y visitar los almacenes que guardan el sinfín de cañones, banderas, armas de fuego y armas blancas de nuestra historia. Además vemos cómo trabajan los restauradores que están poniendo a punto algunas de aquellas armas, hoy piezas de museo que aún conservan cierto latido de las manos que las blandían. Dueñas nos cuenta que siempre pone «los datos históricos y científicos que debemos extraer por encima de cualquier emoción. Estas armas son objetos que nos hablan de artesanos e industrias hoy perdidos y reflejan aquella sociedad. Las armas no son buenas ni malas, a pesar de tener como objeto herir o defenderse, porque todo depende de la conciencia de quienes las usaban». No obstante, el historiador y conservador jefe de armas del Museo del Ejército concede que hay momentos en que no puede evitarlo: «A veces tienen huellas de uso, encuentras filos comidos, mellados, golpes, abolladuras y sí piensas en qué batallas o hechos pudieron estar presentes, pero de un modo secundario».
La exposición se titulará «Las armas del Greco», se presenta bajo la cobertura de El Greco 2014 y reunirá un centenar de piezas, 80 armas y el resto cuadros y un par de libros. Nos invita a adentrarnos en el arte del Greco utilizando esas armas que él pintó fielmente como la llave para entender una época muy especial, la segunda mitad del XVI y el primer tercio del XVII. Al fin y al cabo, el Siglo de Oro español es bien conocido tanto por las armas como por las letras. O debería serlo.
Armas blancas y de fuego.
Se mostrarán «armas de fuego de guerra, como arcabuces y mosquetes –según ennumera Dueñas–. También armas de caza, que usaba solamente la nobleza por la gran complejidad y alto precio de los mecanismos de disparo, como por ejemplo el del arcabuz de llave de rueda, realizado por relojeros». Además, las armas blancas, como la espada ropera, que entonces se llamaba espada de ceñir o de cinta. «Formaban parte de la indumentaria de los hidalgos y la gente común de la época. Los más pudientes tenían varios juegos de espadas que combinaban con otros elementos de la ropa, como complementos. Pletinas doradas para las ocasiones especiales y para los días normales tenían otras más serias, de color negro, a juego la cinta, la empuñadura de la espada y la de la daga». Porque se debía llevar daga en la mano izquierda pero no se podía llevar sin espada.
Se suman armas defensivas, como armaduras, «medias armaduras de combate (representada en el Expolio) y las de lujo (como la que viste el conde de Orgaz en el cuado de su entierro, de probable fabricación alemana al final del XVI) que nosotros mostraremos con el ejemplo de la media armadura del duque de Feria de 1620, hecha con oro, plata y los símbolos heráldicos. Eran un distintivo muy importante», señala Dueñas.
Para un hidalgo era obligado el uso de la espada, estaba reglado por ley para evitar que los caballeros llevasen solo dagas, ya que estas podían ocultarse bajo la ropa. «Había que usar las dos para que resultase evidente que ibas armado. Estaba todo reglado para evitar pendencias, el uso de armas en iglesias y mancebías o zonas conflictivas, y también quedaban prohibidos los trucos y los mecanismos que alargaban la hoja o aceleraban la extracción de la vaina... Hay que decir que no siempre era todo tan caballeroso como pensamos».
Las preguntas adecuadas.
Germán Dueñas trata de hacer a estos objetos las preguntas adecuadas para extraer toda la información posible de cómo éramos. La sociedad reflejada en las obras del Greco convive con las armas, como ha dejado patente el pintor afincado en Toledo. España en aquellos años combate por todo el mundo, Flandes, América, el Pacífico... y, en casa, los hidalgos portan armas y las usan. Están omnipresentes.
Aunque no estamos acostumbrados a mirarlos de este modo, tal vez por ello no deba sorprendernos ver en los cuadros del Greco tantas armas, contemplar a San Pablo pintado junto a un montante, la espada de gran tamaño; o fijarnos en la alabarda que acompaña a San Judas Tadeo, como anacrónica interpretación del arma de su martirio; o pararnos ante la espada de Santa Bárbara y Santa Catalina, o los puñales o dagas que atraviesan el Corazón de María, que deberían ser espadas. Incluso los Reyes Magos suelen llevar alfanjes a la turquesca...
Como caso curioso, deberíamos fijarons en que, incluso en un cuadro de tema bíblico como el de la legión tebana, el Greco coloca al cinto de un soldado romano una espada jineta nazarí. ¿Por qué? dueñas cuenta que, en tiempos del pintor esa espada era un arma antigua, de un siglo anterior, como la maravillosa espada jineta de Boabdil, que conserva en Museo del Ejército aquí, en el Alcázar toledano.
Por otra parte, sabemos que El Greco adoraba los cuadros de batallas de Tiziano y Tintoretto, como dejó escrito en sus agudas e irónicas anotaciones a las «Vite» de Vasari. En definitiva, en aquellos siglos en los que comenzaba el lento declive del imperio español, nada estaba más presente que las armas y por ello esta exposición nos traslada de una manera singular, casi única, a una época a la que solemos acercarnos obviando esta realidad, que resultaba omnipresente. Incluso buena parte de nuestros grandes artista y literatos del Siglo de Oro participaron en pendencias, duelos y hechos de armas... De hecho, debemos aceptar que hay pocos cuadros de esta época en los que no aparezcan armas.
Mi espada soy yo.
En aquel momento, la espada ropera o de cinta, la espada civil, cumplía tres funciones. Primero hablaba del estatus social. Tu empuñadura mostraba a los demas tu capacidad económica (incluso con incrustaciones de piedra). Era también un símbolo de hombría, relacionada con el concepto de virilidad de la época. Y además era un elemento evidente de autodefensa: las calles eran oscuras, las fuerzas del orden estaban en un momento incipiente. Había reglamentos para todo: espadas en toque de queda, su uso en iglesias, la longitud de la hoja...
Las armas tienen muchas lecturas, además de la evidente, de su fin violento. Hablan de los artistas que las crearon, decoraron, de los elementos simbólicos, del personaje que las empuñó y las circunstancias históricas. Las armas son instrumentos creados por el hombre para responder a sus necesidades a lo largo de la historia. De su importancia nos habla el valor simbólico y la carga iconográfica que portan, esencial para entender cada época.
Fuente ABC (JESÚS GARCÍA CALERO | TOLEDO): Las armas salen de los cuadros del Greco en una exposición del Museo del Ejército...