Anselm Kiefer lleva su obra fantasmagórica y metafísica a Londres
La primera retrospectiva del artista alemán en Reino Unido se presenta en la Royal Academy.
Un capricho del azar conjuró el nacimiento del artista alemán Anselm Kiefer en 1945, el año que acababa la Segunda Guerra Mundial y que Alemania daba carpetazo a su reciente historia. "Cuando él iba a la escuela, casi no se hablaba de ese periodo de la historia de Alemania; él no podía entender por qué se ignoraba, se vio obligado a plantar cara al silencio para asumir su propia historia, de ahí surgieron la serie de pinturas Símbolos Heróricos", explica la comisaria de la exposición Kathleen Soriano. Esta es la primera retrospectiva del artista alemán en Reino Unido y hace honor a su magnificencia. Un centenar de obras, algunas de gigantescas dimensiones usurpan las paredes de la vetusta institución artística en Picadilly, centro de Londres.
Como parte del proceso de descubrir su propia historia, la personal y la colectiva de Alemania, Anselm Kiefer en la década de 1970 se enfundó en el uniforme militar de su padre y viajó por Europa a la búsqueda de monumentos de guerra que le contasen visualmente la historia de Europa que él se había perdido por nacer en 1945. La arquitectura monumental que calaba en su cerebro se traducía en cuadros e instalaciones. En la misma década de 1970 estudió con Josep Beuys y Peter Dreher, nombres que revolucionaban el lenguaje artístico del momento.
'¿Por qué estoy aquí?'
"Kiefer nació católico, pero tiene mucho interés en las religiones, en plural, básicamente él es ateo, explora la religión, pero no como doctrina religiosa, sino como interrogante metafísico: por qué estoy aquí", apostilla la comisaria. La filosofía en su vertiente metafísica y la poesía son otras de las capas escondidas bajo los materiales que utiliza Kiefer en sus diálogos artísticos y espirituales. Cenizas con toda la carga simbólica que conllevan, yeso, tierra, plomo, paja, flores muertas con especial trato a los girasoles, alambres, arena o espigas son algunos de los materiales que inyectan simbolismo y profundidad en sus trabajos.
La monumental muestra de la Royal Academy arranca en el patio de la institución con una enorme vitrina, "El destino de las naciones: la nueva teoría de la guerra", en la que aparecen barcos de plomo flotando en el aire o naufragados en el fondo del mar, una obra vinculada al poeta futurista ruso Velimir Khlebnikov (1885-1922) y su teoría sobre la frecuencia de las batallas navales. Ésta no es la única vitrina que guarda una obra del artista; en el interior hay otra que se presenta ella misma como escultura y como marco hermético de un cuadro.
Los bosques -los personales de la infancia y los colectivos de las batallas- son para Kiefer los escenarios donde empieza y acaba la historia de Alemania, el fuego intrínseco en los bosques, la arquitectura nazi e incluso el uso que hicieron los nazis del arte son algunas de las motivaciones que subyacen por debajo de las monumentales obras de Kiefer, quien se sirve también de poemas, "como boyas salvavidas en el mar hacia las que nado, de una a la otra; sin ellas estoy perdido", así ha explicado él su uso de la poesía. La retrospectiva empieza y acaba, cronológicamente, con convencionales acuarelas que completan el retrato del artista en su madurez como mente inquieta a quien las dos dimensiones no le son suficientes para narrar su historia. A sus 69 años continúa trabajando con un equipo de personas en un estudio que debe ser tan grande como un bosque.
Y siguiendo la estrella de las confabulaciones del azar, la exposición de Anselm Kiefer coincide en Londres con otras (habidas o por haber) de los también alemanes Sigmar Polke, George Baselitz y Gerhard Ritcher, el cuarteto que domina el mercado del arte alemán en el mundo.
Fuente El Mundo (CONXA RODRÍGUEZ | Londres): Anselm Kiefer lleva su obra fantasmagórica y metafísica a Londres...
