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Falsificación de laboratorio: el software que pinta como Rembrandt

Falsificación de laboratorio: el software que pinta como Rembrandt

La recreación del "Nuevo Rembrandt" por parte de un grupo de ingenieros holandeses y de Microsoft ha abierto viejas heridas sobre la intrusión de la tecnología en la memoria histórica del arte.


Los expertos ven el futuro de la restauración en el proyecto, mientras que los más escépticos aseguran que abrirá las puertas de la falsificación y la lucha por la propiedad intelectual.


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En la imagen: el último Rembrandt ha sido pintado por un software.


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La humanidad se la tiene jurada a Rembrandt. Primero sus coetáneos le acusaron de apropiarse de las piezas de su magnífico grupo de discípulos. Tal era la pericia de sus aprendices que la obra del maestro del Siglo de Oro ha necesitado casi cinco siglos para certificar su nombre. Una vez curada la herida, la Inteligencia Artificial ha querido emular la creatividad del artista... y contra todo pronóstico, lo ha conseguido.


Cambiando pinceles por píxeles, los expertos de la Universidad Técnica de Delft, un equipo de ingenieros de Microsoft y otro de historiadores de la galería Mauritshuis han engendrado un "nuevo Rembrandt". Los temores de Stephen Hawking se han materializado en un algoritmo capaz de asimilar los detalles exactos de la obra del holandés y crear una completamente inédita. La concepción romántica del arte invita a pensar que no hay diagrama de flujo binario capaz de superar las cualidades cognitivas del ser humano. Pero la realidad es que el resultado de los científicos no desmerece al conjunto del genio neerlandés.


El debate generado alrededor del proyecto recuerda a la polémica que provocó en sus inicios la fotografía. Los pintores vieron peligrar su trascendencia y acusaron al nuevo arte de mancillar a sus seis hermanas mayores. Pero, gracias a la fotografía, la pintura se divorció del naturalismo y llegó la modernidad.


Dos siglos después, los amantes del óleo acusan a esta forma de restauración de mofarse de la historia y de sus grandes estandartes. "Qué farsa tan horrible, insípida y sin alma de todo lo creativo en la naturaleza humana", rabia Jonathan Jones en su columna sobre arte del "the Guardian". "Los mejores cerebros se dedican a los retos más estúpidos, cuando la tecnología se utiliza para cosas que nunca debería ser usada y nos sentimos obligados a aplaudir los resultados y a reverenciar todo lo digital".


Ya lo advertía el astrofísico de los agujeros negros: que un programa informático pueda suplantar las habilidades de las personas es apasionante y aterrador. En el caso del arte, además es preocupante porque estos primeros experimentos bailan en el limbo de la falsificación y la restauración. ¿Qué pasaría si el mismo algoritmo capaz de crear nuevos Rembrandt se aprendiera los trucos de, pongamos, Gerhard Richter? ¿A quién le pertenecen los derechos intelectuales de un Richter que no ha hecho Richter?


A simple vista, el "Próximo Rembrandt" es un señor con sombrero, mirada lánguida y cuencas de los ojos muy pronunciadas, pero detrás del lienzo hay más de 168 metadatos. Los ingenieros diseñaron una computadora que analizó el estilo pictórico del maestro en 364 retratos y recabó múltiples fragmentos para generar comandos de repetición. Los escáneres de precisión analizan y comprenden los trazos, las distancias geométricas entre los rasgos, los colores y las proporciones. Pero quizá el detalle más perturbador es que la aplicación también sabe diferenciar las manías de Rembrandt y los pequeños defectos en sus obras.


"Cuando te acercas a la nariz, por ejemplo, puede apreciarse la falta de precisión de la pincelada”, comenta en el vídeo David de Witt, especialista en arte flamenco y holandés del siglo XVII. El equipo también contempló el volumen de pintura que utilizaba el artista y la fuerza de sus pinceladas, que se tradujo en una cantidad nada desdeñable de 148 millones de píxeles.


Después de 18 meses de trabajo y documentación, los datos fueron volcados en una impresora 3D y grabados gracias a 13 capas de tinta UV. El paso final puso en jaque la paciencia de sus creadores y necesitó más de 500 horas para el renderizado de la imagen. Consumado el cóctel tecnológico, los expertos quisieron presentar su señuelo en sociedad y, de paso, ratificar la acogida de los menos experimentados. A "grosso modo" pueden entonar el eureka. Pero ya han anunciado que es solo un comienzo estimulante de lo que puede ser el futuro de la restauración y de la experiencia vívida del arte. O del fraudulento mercado de la falsificación.



Fuente : Mónica Zas Marcos (eldiario.es; 08/04/2016): Falsificación de laboratorio: el software que pinta como Rembrandt...
Compartir | Recomendar Noticia | Fuente: : Mónica Zas Marcos (eldiario.es; 08/04/2016) | Fecha: 12/04/2016 | Ver todas las noticias



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