Joyas ocultas en bibliotecas desconocidas
Manuscritos, incunables, láminas, grabados, mapas y ejemplares únicos con cientos de años a cuestas. Joyas ocultas que ahora muestran, por fin, su historia y belleza. Son las maravillas albergadas en 59 bibliotecas del Ministerio de Defensa, desconocidas, aunque ahora algo menos gracias a una reciente exposición y a un lujoso volumen publicado por este departamento. Un "fabuloso patrimonio bibliográfico" compuesto, según datos de 2009, por 1.805.633 ejemplares, de los que 220.372 son anteriores a 1901.
El ministerio ha acometido la digitalización de los principales fondos y prevé abrir a final de año una web para que se puedan consultar y admirar libros como el Astronomicum caesareum, de Petrus Apianus, impreso en 1540 y que contiene unos espectaculares grabados a color y esferas móviles que representan la posición de los astros.
Es un manual de la astronomía de Ptolomeo (siglo I) que incluye la descripción de cometas. "Una obra maestra de la imprenta europea del siglo XVI", según Defensa.
La selección recogida en el volumen Libros y bibliotecas. Tesoros del Ministerio de Defensa no solo exhibe, como podría pensarse, libros de guerra -hay tratados sobre fortificaciones, artillería o caballería-, sino que también muestra obras que tratan de botánica, matemáticas, veterinaria, astronomía... y es que "los militares siempre han estado al tanto de los avances científicos punteros", dice la subdirectora general de Publicaciones del Ministerio de Defensa, Margarita García Moreno.
El valor histórico y artístico de cientos de los ejemplares que atesoran las bibliotecas de Defensa es incalculable. Lo que sí se sabe es el precio que fijó en su día la Biblioteca Nacional por aquello de los seguros y de posibles desapariciones.
En esa clasificación destaca el manuscrito Cerramientos y trazas de montea, obra de Ginés Martínez de Aranda, de finales del siglo XVI, valorada en 350.000 euros.
Es un tratado de cantería que no llegó nunca a la imprenta; le sigue el Antonelli (250.000 euros), un manuscrito de artillería que está en el Museo del Ejército. El libro, de 1560, fue la propuesta de fortificaciones que este ingeniero italiano presentó a Felipe II para proteger la Península de eventuales invasiones. Unos 200.000 euros vale The mariners mirrour, del cartógrafo holandés Lucas Janzoon Waghenaer, de 1588.
Son cartas náuticas de las costas atlánticas europeas. Otra maravilla es la Relación topográfica de las plazas y puestos fortificados del Reyno de Galicia, un manuscrito ilustrado con más de 40 planos, la mayoría dibujados a mano, que compilaba todas las ciudades y fuertes de esa región e informaba del estado de los caminos (100.000 euros).
Nacidas con la Ilustración
Las bibliotecas más antiguas de lo que hoy es la red de centros de Defensa nacieron con la Ilustración. En la actualidad son de acceso gratuito y público, "aunque hay algunas que por estar en cuarteles precisan de una justificación para entrar, por motivos de seguridad", explica García Moreno. ¿Cuáles son las más interesantes? Por su contenido, García Moreno destaca la Central Militar (Madrid); la del Real Observatorio de San Fernando (Cádiz) y la de la Academia Militar de Segovia. Por sus antiquísimos tratados, la del Museo Naval (Madrid), la de Ferrol y la de la Escuela de Guerra del Ejército de Tierra, también en la capital.
El Ejército de Tierra posee 21 bibliotecas, entre ellas la Central Militar, un templo que cuenta con 200.000 volúmenes, de los que 40.000 pertenecen a antes de 1901. Tierra cuenta con libros que habrían extasiado a fray Guillermo de Baskerville, el monje investigador de crímenes que creó Umberto Eco en El nombre de la rosa. Cómo no admirar el Hipiatria o tratado sobre la medicina de los caballos que guarda la biblioteca de la Academia de Artillería (Segovia), impreso en 1531 en París. También sobresale el Tratado de la artillería en las guerras de Flandes, de Diego Ufano, que se imprimió en Bruselas en 1612. Es una primera edición de este célebre tratado que plantea con dibujos cuestiones como recuperar con buzos piezas de artillería hundidas en el mar.
Por su parte, la Armada tiene 22 bibliotecas, el origen de algunas se remonta a comienzos del XVIII. Entre ellas, la biblioteca Central de Marina (Madrid) cuenta con 90.000 volúmenes y reúne 4.800 obras anteriores a 1801. Son muchas las joyas de la Armada, pero la más antigua es el Alchabitius, un incunable salido de una imprenta veneciana en 1482 y que recoge la obra del astrólogo árabe del siglo X conocido con ese nombre. Otro árabe, Albumasar, da nombre al incunable de 1489 que se conserva en muy buen estado en la biblioteca del Real Observatorio.
Menos bibliotecas, nueve, pertenecen al Ejército del Aire. Sin embargo, también posee obras dignas de mención como la del famoso ingeniero francés Gustave Eiffel sobre La resistencia del aire y la aviación, de 1911; y sobre todo la versión en inglés de Alas del mañana: la historia del autogiro, que escribió el inventor de este avión primitivo, Juan de la Cierva, y que se puede encontrar en la biblioteca central del Cuartel General del Ejército del Aire (Madrid). También hay libros que aunque en rústica y con imágenes de mala calidad son un tesoro. Es el caso de Alas rojas sobre España (1956), de Miguel Sanchís, el primero sobre la aviación republicana publicado en la España franquista.
Finalmente, entre los libros curiosos del órgano central de Defensa -diez bibliotecas- sobresale el Atlas de anatomía de la especie bovina (1921), en francés, con láminas de distintas partes del cuerpo de estos animales pintadas a mano por el artista belga Edmond Tschaggeny. En definitiva, una colección de obras que estará disponible en la Red en breve. Hasta ese momento se encuentran, como escribió Borges en un poema sobre los libros, en los altos anaqueles / cercanos y lejanos a un tiempo / secretos y visibles como los astros.