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Art Basel Miami o el espejismo de la prosperidad

Art Basel Miami o el espejismo de la prosperidad

La décima de edición de Art Basel Miami Beach, la feria de arte más importante de las Américas, que cerró sus puertas el domingo, ha transcurrido como si no existiera el mundo de allá afuera. Con pasillos repletos de público y aparcamientos atestados de audis, entre brindis de Ruinart y trajes de diseño, con obras valoradas en cientos de miles de dólares que fueron vendidas aún antes de la apertura oficial de la exposición. Esta semana, cuando las 260 galerías participantes hagan inventario de las piezas que ya no volverán a casa, se sabrá si esa atmósfera de prosperidad fue realmente un respiro en medio de la crisis económica o solo un espejismo.


El crecimiento de esta réplica de la feria suiza Art Basel (Basilea) ha sido inversamente proporcional al de los demás mercados. En 2011, Art Basel Miami Beach ha tenido 60% más de espacio expositivo que cuando nació, hace diez años, y ha contado con la participación de 260 galerías del norte y el sur de América, de Europa, Asia y África, que suman 60 más que en 2002. Esta vez, 42 de esas galerías han apostado también por los nuevos trabajos de 105 artistas, muchos de ellos jóvenes y latinoamericanos, que estuvieron expuestos en el sector Art Nova que estrenó la feria. Hubo pinturas, esculturas, dibujos, videos, fotografías e instalaciones de un total de 2.000 artistas y su venta era promocionada así en el catálogo oficial: "Los visitantes pueden encontrar obras que van desde piezas de bajo coste de jóvenes artistas, hasta obras maestras con calibre de museo, de varios millones de dólares". Y por eso hay quienes temen que este deje de ser un espacio para apreciar y promocionar el arte y se convierta en el centro comercial más caro de Miami. La galería Thomas, fundada en 1964 en Múnich, trajo sus Modigliani, un Rivera, varios Picassos, un Chagall, sus Archipenko. La galería española Leandro Navarro mostró un Dalí, un Ferrari, un Gris, un Miró. En la esquina de la galería Urs Meile, a dos aguas entre Beijing y Lucerna, estaba el árbol número 11 del controvertido artista chino Ai Weiwei: una pieza robusta, de cinco metros, compuesta por troncos y ramas muertas, colectados en el sur de China. Como contraste, la Nelson-Freeman de París, presentaba los árboles sin título, reducidos a virutas de madera, del joven neoyorquino David Adamo. Tres de piezas del catalán Jaume Plensa eran parte de la oferta de la galería Lelong. "Mariana" (2011) era tal vez la más imponente de ellas: un rostro de ojos cerrados, esculpido sobre una roca de alabastro de un metro setenta de altura. Y alrededor de "Mariana", dos piezas de la serie "Canción de canciones" (2005).


Buena parte de este arte irá a parar este año a las colecciones de las familias más ricas de América Latina: de Bogotá, de Lima, de Ciudad de México. La estadística general indica que durante los cuatro días de Art-Basel piden pista en Miami más jets privados de lujo que todos los que aterrizan en vísperas de la Super Bowl, el partido final de la liga de fútbol americano. Y esta vez, muchos de ellos tenían bandera del sur del continente.


Compartir | Recomendar Noticia | Fuente: elpais.com | Fecha: 07/12/2011 | Ver todas las noticias



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