Londres celebra el aniversario de su mejor cronista del XIX
Uno de los eventos más relevantes del apretado calendario dickensiano es la exposición Dickens and London en el Museo de Londres. Allí se exhiben varios manuscritos de sus obras, como el de Grandes Esperanzas, que muestra la crítica pluma del escritor, el sólido escritorio de madera o la silla del considerado mejor cronista inglés del siglo XIX.
Alex Werner, encargado de seleccionar las piezas para la muestra y coautor de Dickens's Victorian England 1839-1901, cuenta que "Dickens creía en la fuerza de la literatura como medio para influir en los cambios sociales y políticos del momento, se consideraba una especie de partido político de un solo hombre. Lo curioso del caso es que empezó a tener influencia después de su muerte".
A juicio de este estudioso, los relatos del escritor y su vida se mezclan constantemente: los personajes de sus novelas coinciden con alguno de sus hijos, hermanos, conocidos o parientes políticos. Los lugares descritos en sus narraciones son iglesias, hospicios, pubs, residencias, fabricas u orfanatos esparcidos por Londres y, más exactamente, por las orillas del río Támesis.
"Dickens casi no dormía, por la noche paseaba las calles de Londres con el ojo observador y nadie como él ha dejado un testimonio más fiel de la ciudad en plena industrialización, era la mayor ciudad del mudo en población y avances tecnológicos, el transporte ferroviario es un símbolo del progreso que relata, aunque lo que más le interesa es la lacra social que genera el desarrollo: los huérfanos, la miseria social, la avaricia de algunas personas, las enfermedades que padecen los pobres, las mujeres y los niños abandonados en la calle".
Quizás como reacción a lo que era su padre encarcelado por las deudas, el hijo fue un incansable trabajador que administró sus ingresos económicos impecablemente. Peleó por sus derechos de autor, por su trabajo periodístico, por combatir la piratería literaria en EEUU, donde se publicaban con éxito sus obras. Su cuenta corriente en el banco Coutts de Londres puede analizarse hasta el último céntimo en el libro que ha prestado el banco para la exposición en la que se exhibe también un cheque firmado por Dickens o una lista de la compra que entregaba a una sirvienta.